Juan Diego Becerra | El Nuevo Siglo
Jueves, 9 de Abril de 2015

Midiendo el aceite

 

Si hay algo que caracteriza a los malos gobernantes que abundan en la actualidad es esa extraña idea de probar a ver qué pasa. De medir el aceite de la opinión. Toman decisiones sin fundamento, las hacen públicas y después esperan resultados. Si no es tan grave siguen adelante, si despiertan demasiadas emociones contrarias, dicen que es un experimento que pueden echar atrás sin ningún problema. Quizá con ello buscan mitigar su falta de coherencia, o su miedo, o su estupidez. Es como robar una manzana y mirar a ver cómo se comporta el dueño de la tienda.

Y de esos hay muchos. En las grandes ciudades y en los pequeños pueblos.  Y seguro al pensar en ello varios se vienen a la cabeza, porque muchos de aquellos que elegimos recientemente no tienen ni la más remota idea de lo que significa administrar y después de tres años siguen ahí, ahondando los problemas de los ciudadanos que los eligieron, porque ellos lograron su cometido, ser autoridades,  conseguir el poder.

Es claro que en nuestro país se repite constantemente, pues para ser elegido no se necesita nada, ni preparación, ni idea al menos de lo que se va a hacer en un gobierno. Pero tomemos el ejemplo de nuestro vecino, sólo con el fin de pensar si queremos llegar a allí después de las elecciones que nos vienen en algunos meses.

Maduro agarró a Ledezma acusándolo de golpista. Fácil. Y con ello está midiendo la reacción de los venezolanos. Y como no va a pasar nada va a seguir en su tónica de meter presos a todos los miembros de la oposición y va a convertir al vecino país en un régimen cerrado cada vez más peligroso. Y con ello se sentirá fuerte, y dará discursos más extensos mostrando cómo el mundo lo ataca, y continuará en sus idilios extraños con un poder ajeno. Y Venezuela seguirá callada, porque si hay algo fácil de lograr es comprar a la gente a punta de subsidios y regalos.

Y Maduro es el mejor ejemplo de lo que significa ganar por votos pero perder por acciones. No importa su sesgo ideológico. Su credibilidad sigue existiendo por cuenta del Chávez que se fue, no por alguna cosa que él haya realizado, aunque seguramente muchas buenas intenciones tenía. Y hoy el futuro de Venezuela parece pendiendo de un hilo. ¿Será eso lo que queremos nosotros que pase con nuestras ciudades? Ya ejemplos tenemos muchos como para seguir en las mismas.

@juandbecerra