Lionel Moreno Guerrero | El Nuevo Siglo
Viernes, 10 de Abril de 2015

La visita de Francisco

 

El anuncio de que el Papa Francisco incluyó a Colombia en la gira que, a mediados de 2016, piensa hacer a varios países de Latinoamérica (Argentina, Chile, Colombia y Perú) fue instantáneamente aprovechado por la maquinaria propagandista de nuestro Gobierno. Según este, el Papa viene a respaldar, el proceso de paz, es decir, a avalar todo lo que el Presidente convenga con las Farc. Santos afirma que la visita papal es “un espaldarazo al proceso de paz” y la editora de El Tiempo titula su columna (5.4.15) “Llega la bendición que le faltaba al proceso”. Para la mermelada y el autobombo, el “spin” que llaman en los Estados Unidos, el presidente Santos es maestro. No importa que la venida del Papa Francisco sea para mediados de 2016 cuando para entonces las negociaciones de La Habana deberían haber concluido, sea con un acuerdo o con una ruptura, ya que cuatro años es demasiado para algo que, Santos dijo, debería haberse logrado en cinco meses. Claro que las Farc no tienen prisa, como lo repiten y el Gobierno, sí tiene afán, pero de lograr un acuerdo, lo que Timochenko hábilmente aprovecha y creo que no le van a creer a Santos cuando dice que si la guerrilla no acepta esta oportunidad “histórica” no tiene inconveniente en romper las negociaciones. Volviendo a la visita del pontífice, las jerarquías eclesiásticas han querido poner las cosas claras. El nuncio Ettore Balestrero, al ser preguntado directamente por un periodista “¿se puede decir que el Papa apoya este proceso de paz?” respondió “el Papa apoya la paz y a todos los que trabajan por ella. Estoy convencido de que todos los colombianos quieren la paz… no es la intención del Santo Padre entrar en aspectos que tienen un carácter técnico o político”.

Santos al fin se está dando cuenta de que la ciudadanía no acepta que quien no esté de acuerdo con un convenio con las Farc, al precio que éstas quieran, es un “guerrerista”. La reacción contra el retiro de los generales Mora y Naranjo anunciado por el Presidente hace algunas semanas, supuestamente para dedicarse a hacer pedagogía a favor del proceso en los cuarteles ha demostrado que un acuerdo de paz con la guerrilla sería bienvenido por el país pero sin entregar la justicia, la democracia y el sistema económico. Algún día sabremos por qué quiso retirarlos de la mesa de negociaciones y por qué tuvo que echar marcha atrás. Claro que todos suponemos la razón.

Una pregunta que muchos nos hacemos: ¿cuánto ha gastado el Gobierno para promover su posición conciliatoria para con las Farc, por ejemplo, financiando manifestaciones o contratando a personalidades internacionales, desde Blair a Baltasar Garzón? Ojalá que, sin derecho de petición de por medio, se publicaran estos datos.