LUIS CARLOS PEÑA MOSQUERA | El Nuevo Siglo
Lunes, 9 de Julio de 2012

La democracia

 

En siglos pasados el interés de grandes sabios era el de buscar para la humanidad el bien común, y así todos los integrantes de una sociedad pudieran vivir felices.

Montesquieu establecía un ideal político, que era el de la consecución de la máxima libertad aunada a la necesaria autoridad política. Rechazaba abiertamente las formas de gobierno despóticas, para ello consideraba  imprescindible la separación de poderes: ejecutivo, legislativo y judicial.

Antonio Nariño tradujo los Derechos del Hombre para establecer los derechos y deberes de los ciudadanos; que los actos del poder legislativo, y del poder ejecutivo, pudieran ser comparados con la razón de toda institución política, ser más respetados, a fin de que las reclamaciones de los ciudadanos fundadas en principios simples, se dirigieran siempre al mantenimiento de la Constitución y a la felicidad de todos.

Hasta ahora Colombia ha sido considerada un país presidencialista y no despótico; en teoría existe la división de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, en aparente cumplimiento de la Constitución.

Sin embargo, hoy han surgido unas nuevas costumbres politiqueras originadas en la facultad que tiene el poder ejecutivo de oxigenar a los integrantes del poder legislativo para lograr la aprobación de todos sus proyectos.

Cuando el Presidente de la República ve que un proyecto de ley no tiene posibilidades de ser aprobado en el Congreso, invita a los parlamentarios a un desayuno en Palacio, logrando que todos salgan contentos y dispuestos a realizar malabares acrobáticos al gusto de los espectadores. 

Esta costumbre ha dado origen al nuevo circo de la democracia, donde se presentan orangutanes, elefantes, tigres, lagartos.

En esta nueva legislatura que se inicia el 20 de julio, el Gobierno radicará  nuevos proyectos, todos bajo el título de reformitis, pero que al fin y al cabo estarán sujetos a las acrobacias de animales provenientes de todo el país.

De nada serviría revocar el mandato a estos ilustres orangutanes, pues una nueva elección traería descendientes de su mismo parentesco y linaje, con lo cual se continuaría desfigurando la Constitución Nacional.

Sin querer queriendo se está cumpliendo el pensamiento de Aristóteles cuando afirmaba: “La Democracia es la mejor forma de gobierno, pero tiene un peligro consistente en que puede degenerar en Tiranía u Oligarquía, lo que representa un grave daño para los intereses comunes de los ciudadanos”.

Hoy podemos decir: “la democracia se está degenerando en una tiranía de orangutanes legislativos que sólo buscan un beneficio personal”.