MARÍA ANDREA NIETO | El Nuevo Siglo
Lunes, 13 de Enero de 2014

Daño irreparable

 

“La contaminación del mar provocada por la Drummond es irreversible”

 

Las playas están negras. Lo cierto es que en cuestión de dos décadas el mar de la costa de Santa Marta quedó contaminado. Las aguas azules del Caribe dejaron de existir. Este es un país cuyas leyes y castigos se los pasan por la faja todo al que se le venga en gana.

La reconstrucción del ecosistema, que ha quedado asfixiado por la explotación minera de la Drummond, no se reparará en los mismos 20 años. 

La laxitud de los gobiernos frente a las multinacionales, de las cuales creemos depender para recibir el pago de impuestos y regalías, nos ha conducido a enfrentar una realidad dolorosa y que consiste en que son esas empresas las que deciden qué cumplir, qué desobedecer y hasta cómo pagar las sanciones.

La Drummond sabía desde hace siete años que debía construir un sistema de carga del carbón menos peligroso que el uso de las barcazas. Durante todo este tiempo no sólo no cumplieron, sino que tiraron carbón al mar con tan solo una o dos multas risibles, de menos de tres mil millones de pesos. 

En este sentido, nuestros gobiernos deberían hacer valer no sólo el recurso natural del que somos propietarios  los colombianos, sino la autoridad de las instituciones en el cumplimiento de los contratos y en la forma como se extraen los mismos. Un poco de similitud con países vecinos que ponen en cintura a las multinacionales, no nos caería para nada mal.

Hace un  año cuando visité la bahía de Santa Marta expuse el dolor de ver la playa gris y el mar negro. Cuando el carbón se acabe quedará un desierto, un ecosistema destruido, sin doliente, y con toda seguridad una población que se verá afectada, en términos de salubridad, por las partículas que llevan contaminando el medio ambiente y que enferman a la gente.

Bien por la suspensión de la licencia de cargue emprendida por el Ministerio de Medio Ambiente. Lástima que llegue tan tarde, que no haya mano dura y determinada. Lo único cierto es que no seremos nosotros los que sintamos las consecuencias de tanta laxitud frente al medio ambiente. Siendo Colombia uno de  los 17 países megadiversos del planeta es una vergüenza que las instituciones y las autoridades no estén a la altura del cuidado de semejante riqueza.