MARÍA ANDREA NIETO ROMERO | El Nuevo Siglo
Lunes, 23 de Diciembre de 2013

Otra feliz Navidad

 

No sé ustedes pero para mí la percepción del tiempo ha cambiado de manera dramática. Los días pasan volando, los años vienen y se van, los comienzos terminan antes de lo esperado y se queda uno con una sensación de vacío entre un tiempo perdido e irrecuperable, y una ansiedad por seguir viviendo, así sea a la carrera.

Así llegó este diciembre y ya estamos ad portas de recibir de nuevo el “nacimiento espiritual” del Niño Dios. Llega otro 24, en una semana se habrá terminado para felicidad de muchos este complejo año.

Sí, escribía hace un año, y parece que fue ayer, que no tiene sentido querer que los ciclos terminen como un pretexto para dejar atrás las malas experiencias si de por medio no existe la voluntad de querer encontrar las explicaciones adecuadas y certeras de nuestras vivencias, las buenas y las malas. Porque lo cierto es que solo es posible capitalizar de los errores y las dificultades cuando logramos entender la genealogía del conflicto. Es decir, el origen de los hábitos caducos, el inicio de los problemas que nos llevaron a enfrentar situaciones dolorosas. Eventos que uno cree que están en el pasado, pero que el presente se empeña en recordarnos que hace falta emprender la tarea del aprendizaje. Tal vez en eso consiste el anhelo del “nacimiento espiritual”, como una virtud que permanece dormida en el interior de cada cual esperando por el momento adecuado para empezar a florecer.

La mayoría cree que vivir es nacer, crecer, reproducirse y morir en modo automático, es decir, viviendo lo que le tocó vivir, soportando lo que el destino le trajo, o aguantando con entereza las decisiones del pasado para no defraudar a los personajes del presente.

Pues bien, ahora que llega a las carreras un nuevo tiempo para reflexionar, les deseo que lleguen mejores tiempos, pero que cada uno de ustedes sean labradores de esos momentos, no de experiencias efímeras y momentáneas, sino de experiencias trascendentales, de las que hacen que el alma sonría y permanezca en estado de júbilo. Deseo desde estas líneas que se abran las antenas perceptivas para que lleguen las herramientas de aprendizaje de la mano de los mejores emisarios posibles, los adecuados e indicados para cada experiencia de vida. Y que por supuesto lo bueno permanezca, lo malo se supere y que los mejores sentimientos que tiene el ser humano afloren en esta época del año y permanezcan por el que está por comenzar. Así que, otra vez, feliz Navidad.