MAURICIO BOTERO MONTOYA | El Nuevo Siglo
Lunes, 28 de Octubre de 2013

Lo que Pacho Santos no vio

Un  adagio árabe dice que quien no entiende un gesto no entenderá un discurso. Pachito codicioso de Presidencia cree que Uribe no les ha hecho ningún guiño a los precandidatos de su grupo. Cuando es evidente que él ya está descalificado y de repeso le encimaron al consiglieri José Obdulio. Lo casaron así con la familia de Pablo Escobar en una unión poligámica que está en mora de ser vetada por el Procurador. Unión tanto más paradójica cuando fue esa familia la que lo secuestró. Él sufre aún del síndrome de Estocolmo y ese secuestro lo catapultó a la Vicepresidencia. La propia familia Santos manifestó su asombro por esa pifia. Uribe lo nombró por la misma razón por la cual nombró ministro de Defensa a Juan Manuel Santos. Uribe como Evo, como Chávez, como Correa, quería perpetuarse en el poder. Necesitaba cambiar el Estado de Derecho por el Estado de Opinión. Y ¿qué mejor que manejar el periódico nacional a través de las dos ramas de los Santos para lograrlo? La institucionalidad colombiana reaccionó. La Corte Constitucional truncó ese cesarismo caudillista en febrero del 2010. Ahora ese movimiento pre urbano ya ni siquiera disimula la falta de doctrina política, la carencia de un marco conceptual, y pone al grupo su propio nombre con su retrato.

Ni a Napoleón se le habría ocurrido copar una idea social de ese modo. En el autoritarismo siempre surge un llamado “traidor”. Al ser imposible el diálogo las otras fuerzas se manifiestan al estilo Talleyrand. Napoleón lo llamaba traidor, Talleyrand le respondía. “Yo soy leal Sire, pero me reservo el derecho de cambiar de amo”. Así la traición se convierte en motor obligado de la política. Pero eso no lo puede hacer Pachito porque El Tiempo ya no le pertenece y su secuestro no le puede rendir más réditos.

Además su último patrón lo dejó dirigir RCN radio y la audiencia cayó en picada. Pachito tenía la maña de los pistoleros de Hollywood que disparaban antes de desenfundar, él hablaba un microsegundo antes de pensar. Y eso se termina notando. En el grupo de Uribe cuando dieron la largada para las precandidaturas, Pachito se lanzó a la recolección de firmas con un nombre de su autoría, lo que habría invalidado todo el ejercicio. Es de malas para pensar. En su modesta autobiografía evoca lleno de autocompasión los castigos que en público le infligieron sus profesores. Pero ante las protestas estudiantiles actuales propone el uso de la picana eléctrica, metida la pata, añadió que también se podrían utilizar balas de goma… ¡Todavía le cuesta trabajo fijar la atención! Uribe salió de él encimándole a Obdulio cuya merecida fama ha hecho que a su lista parlamentaria la llamen la de “los urabeños”.

El candidato fuerte es Zuluaga que a diferencia de Pachito puede conversar, por ejemplo, con los economistas de Fedesarrollo sin suscitar hilaridad reprimida. Y Uribe cambia una Constitución si le incomoda, tanto más las reglas de juego de su grupo.

Pachito meditabundo dice que no hay guiño. Le han arrojado un bollo y ahora desea hacer un examen coprológico para determinar si fue con mala intención. En fin, él  es mucho más conocido que sus contrincantes. Pero eso es justamente lo que lo perjudica.