EL dux Iván, también marqués de Carabas, escogido como su heredero por el Chalán del Ubérrimo disfrazado de gato con botas, fue ungido con el aplauso emocionado de diez millones de súbditos que, deseosos de vengarse del ogro de su inconsciente, le entregaron el mando, siguiendo el ejemplo de los italianos que le otorgaron el poder al Duce Benito Mussolini para acabar con la izquierda.
Los sublevados, desde hace mucho tiempo, perdieron en las elecciones la posibilidad de reivindicar sus derechos, a consecuencia de su inculta acción política, pues se dividieron motivados por los impulsos que les impactaron los señores feudales, audaces discípulos de Maquiavelo; otros ciudadanos, aproximadamente dieciocho millones, se marginaron del debate, de manera que si se invocan los principios de la teoría general del Estado, el pupilo del Chalán ninguna legitimidad tiene, si se parte del censo electoral, que suma treinta y seis millones de electores. ¡Claro que suponiendo que en verdad este es un Estado democrático!
Por supuesto que esta opinión algunos la califican de conflictiva. Y bueno, hay que dejar que la gente libremente discuta y con mayor respeto cuando su opinión no es resultado de la razón sino de la emoción, y cada quien tiene derecho a actuar como le venga en gana, siempre y cuando se acate el derecho del otro.
El argumento expuesto no carece de fundamento. Si se repasa la historia de este pueblo, lo ocurrido no es una novedad. Para citar un ejemplo semejante a lo que se está viviendo, basta recordar la manipulación que el señor Núñez hizo desde cuando traicionó a su partido y se hizo reelegir cuantas veces quiso y, finalmente, le entregó el mandato a su títere, el señor Miguel Antonio Caro, sucesión que dio lugar a la guerra de los Mil Días, empezando con el Bogotazo de enero de 1893, sucesos que ocasionaron la pérdida de Panamá, para beneficio del imperio.
Hay que comprobar la realidad y no suponer que existe todo lo que se promete con el afán de lograr la sumisión. El anuncio de una seguridad y la garantía de la justicia pueden dar lugar a mucha arbitrariedad. Se está intimidando para por miedo crear un Dios, como lo hizo el monarca del Ubérrimo, especulando la buena fe y asesinando inocentes. Hay que exigir, en ejercicio del derecho de oposición, que se cumpla justamente lo ofrecido antes de que se revoque lo que el Santo hizo. La verdad os hará libres, fórmula que restablece la armonía y la convivencia, elimina el resentimiento y el odio que cubre la Nación. Está el país expuesto a una metamorfosis que trasforme el avance y se regrese al pasado, una regresión propia de los enfermos de poder que practican la teoría del Leviatán: la justicia se impone por la fuerza. Nada de raro tiene que sea ministra de justicia la señora Vivian, fanática y de defensa el Savona rola ordeñado. ¡Tienen que pagarles!