ORLANDO CANO VALLEJO | El Nuevo Siglo
Martes, 24 de Diciembre de 2013

Un país raro

Crecer  este año arriba del 4% y proyectar una expansión económica cercana al 5% para 2014, es curioso y hasta raro, en un ambiente socio-político como el que experimenta la nación. Alcanzar el más reciente guarismo del Producto Interno Bruto del 5.1%, no cabía en la mente del más optimista. Y menos en cálculos de los más conservadores.

El índice de miseria donde caben inflación y desempleo, suman menos del 10%, cifra alentadora para un país que cierra año en medio de un clima oscuro en política, corrupción, rebeliones, gobernabilidad local y relaciones acusatorias entre la clase dirigente.

Somos un país raro. Crece sinsabor por una política desprestigiada y poco digna de crédito y aumenta desconfianza ciudadana frente al manejo de recursos públicos ‘saqueados’ por funcionarios públicos y particulares. Y al mismo tiempo, aumenta el empleo formal, la venta de vivienda de clase media con subsidio a la tasa, los recaudos, las ventas del comercio, la facturación con dinero plástico, la cartera bancaria, inversiones en finca raíz, compras de carros e inversión extranjera en servicios, infraestructura y telecomunicaciones.

El arco iris de la economía asoma en medio de la lluvia. Los indicadores de principales agentes económicos prosperan en medio del rifirrafe de expresidentes y Gobierno, del Fiscal y el Procurador, del Fiscal y la Contralora, del Procurador y el alcalde de Bogotá.

El buen gobierno parece salir a flote en aguas turbias de la corrupción en salud. Prosperan la gran empresa y las Pymes exportadoras, la producción agropecuaria, la comercialización de alimentos, el retorno de tierras a campesinos, la creación de nuevos negocios y grandes superficies, la llegada de turistas extranjeros a la Costa Atlántica, la apertura de hoteles y movidas financieras. A su vez, no cesan hostigamientos de la guerrilla contra caseríos y personas, en tanto que persiste un manto de duda alrededor de diálogos de paz con las Farc. También incertidumbre y expectativa por la suerte de nuestro territorio marítimo que reclamó y tomó Nicaragua.

Hay desinformación acerca del rumbo que llevan billonarias inversiones en mega-obras de la prosperidad, carreteras y autopistas que todos sabemos lo costosas y robadas que fueron, pero no en qué van. Pésima infraestructura vial, marítima, aeroportuaria, aduanas y precarias condiciones para movilizar mercancía de carga por carretera hasta puertos de embarque. Y aun así, sale el sol para economía colombiana, tal vez el que más brilla en la región.

La reflexión es que sí podemos crecer nuevamente a tasas del 7% anual si se despejan nubarrones que causan desaliento e inconformismo en opinión pública. Si el país asume liderazgo en transparencia, decencia, respeto a la ley, erradica mañas corruptas y extirpa odios, el futuro de este raro país estará por conquistar.