ORLANDO CANO VALLEJO | El Nuevo Siglo
Martes, 21 de Enero de 2014

Primer café

 

Luce descabellado intentar siquiera un nuevo plantón cafetero en Colombia. El palo no está para cucharas, el canasto cafetero está lleno, y hay aroma de mejores tiempos para el gremio caficultor.

Si hay un sector de la economía, un producto básico de exportación mayor que haya sembrado civilización y recogido buenas cosechas de prosperidad, aun en medio de las penurias propias del libre comercio, es el cafetero.

Y si hay una muestra palpable de institucionalidad, concertación, consenso y distribución del ingreso, es la Federación Nacional de Cafeteros. Con aciertos y errores, esta entidad ha capoteado siempre las mas adversas dificultades del mercado en beneficio de unas 550 mil familias que en el país se dedican a este cultivo.

No es sensato ni justo, ni objetivo salir a ventilar un nuevo paro cafetero. La concertación ha sido aliada del Comité Nacional de Cafeteros donde se hace sentir el Min hacienda, Mauricio Cárdenas, cercano a un ingreso digno, justo y manejable para los productores.

A la Federacafé la han esculcado hasta el ripio. Le han mirado hasta la pasilla. La han tenido en la mira propios y extraños. No conozco otra institución gremial más asediada por opositores y profetas de desastre desde el fracaso en Londres del acuerdo mundial cafetero en julio de 1989.

La Federación es el reflejo de nuestra caficultura. La industria del café a su vez es el resultado de lo que hoy le ocurre al mercado global. El café es movido por los vientos libres de la comercialización donde imperan la especulación y el casino.

El mundo tiene faltantes importantes de café para atender la demanda. No hay existencias en manos de productores ni consumidores. Los precios externos se mueven como el péndulo. Colombia siempre gana algo más gracias a la bonificación o comisión que ostenta nuestro grano por certificado de origen o de calidad.

El café de Colombia se ha posicionado con una estrategia audaz y permanente de valor agregado. La política de comercialización del grano ha permitido que nuestro producto se ‘tome’ los principales mercados del mundo con una campaña publicitaria que incluye poco presupuesto y bastante credibilidad.

El 2014 no va a ser el año del café dulce. Tampoco será el tinto más amargo. Mucho dependerá de lo que ocurra con el mercado internacional, cotizaciones, cosechas, consumos y costos de producción. Y el ingreso real al productor será determinante.

Gracias a que la Federación cuenta con un Fondo Nacional del Café, colchón de garantías para amortiguar ciclos adversos, muy seguramente el gremio seguirá a flote. La renovación de cafetales está en marcha y dando buenos frutos.

Buen comienzo de año: el Ministerio de Hacienda acaba de transferir al Ministerio de Agricultura $1 billón con destino al programa Protección del Ingreso Cafetero en 2014. Plata para el cafetal.