* Poca atención a Venezuela y E.U.
** Pasividad en análisis de impactos
Aunque parezca un poco paradójico, lo cierto es que más allá del ambiente movido y candente en el plano político interno, tanto el Gobierno como el sector privado y la propia opinión pública colombiana deberían prestar mayor atención a dos procesos electorales en el exterior en los que nuestro país tiene intereses en juego.
El más cercano e inmediato es el venezolano, que a partir de este mes entró en la llamada recta final de cara a la cita en las urnas en octubre próximo. Aparte de las versiones que han circulado en torno del estado de salud del presidente Hugo Chávez, y de qué tanto pudo o no superar la afección cancerígena que reveló un año atrás, lo cierto es que en esta primera semana de campaña abierta se ha visto a un mandatario encabezando largos mítines y hablando por horas ante sus seguidores. Si bien en las toldas de la oposición se habla en voz baja de que el Presidente-candidato está tomando medicamentos muy fuertes que le permiten mantenerse en pie, en las filas gobiernistas se asegura que su líder está fuerte y listo para dar la batalla por la permanencia en el poder.
Visto lo anterior, convendría que en Colombia se empiece a evaluar con más detenimiento cuáles serían los escenarios políticos, económicos, sociales, comerciales y diplomáticos que impactarían las relaciones bilaterales en caso de una reelección chavista o del triunfo de la oposición, en cabeza de Henrique Capriles. Es apenas obvio que se trata de dos plataformas ideológicas y de acción gubernamental muy distintas y, por lo tanto, pensar que el resultado que arrojen las urnas no producirá efecto alguno sobre la interacción Bogotá-Caracas resulta apenas ingenuo.
No se está pidiendo aquí pronunciamiento público alguno, y menos de instancias oficiales. El vecino país tiene total soberanía para decidir su futuro de forma democrática. Sin embargo, no estaría de más que, con la discreción del caso, el Gobierno, los gremios de la producción y otras instancias nacionales que tienen algún tipo de intercambio con Venezuela, adelantaran un análisis de los escenarios a que se podría enfrentar Colombia si gana Chávez o Capriles se erige como el nuevo inquilino del Palacio Miraflores. Incluso, hay analistas que consideran que el chavismo tiene una actitud más afable con nuestro país simple y llanamente porque en plena época electoral no es aconsejable una confrontación diplomática, pero que esa circunstancia podría variar una vez se ratifique en el poder. También se especula que si Capriles gana, habría un replanteamiento de muchos aspectos de las relaciones con Colombia, sobre todo en el campo económico y comercial. Hasta hay quienes no descartan una posible repatriación de capitales venezolanos que en los últimos años emigraron hacia nuestra nación huyendo de las expropiaciones chavistas.
No menos importante resulta para Colombia el proceso electoral en Estados Unidos. La recta final de la campaña de cara a la cita en las urnas en noviembre próximo muestra a un presidente Barack Obama con una leve ventaja sobre el republicano Mitt Romney. No obstante los analistas y centros de pensamiento político norteamericanos sostienen que las tendencias sobre preferencias de los candidatos han demostrado ser muy volubles y, sobre todo, sensibles a las coyunturas diarias. Aunque nuestro país siempre ha tratado de mantener una relación con Washington que le evite ser matriculado con determinado partido, lo cierto es que hay énfasis en la política de la Casa Blanca que impactan de forma muy tangible si el inquilino es un Demócrata o un Republicano. Por lo mismo, preocupa el poco interés que distintos sectores colombianos han demostrado frente a la candente campaña presidencial en Estados Unidos, pese a que en las propuestas de los candidatos hay diferencias sustanciales en asuntos relacionados con apertura comercial, lucha antidrogas o la reforma migratoria.
Como se dijo, no se trata en modo alguno de que esos análisis terminen convertidos en injerencia en asuntos internos de Venezuela o Estados Unidos, sino de precaver, en forma discreta pero profunda, cuáles serían los escenarios posibles si triunfa uno u otro candidato. Más vale la prevención…