Decidí titular mi artículo utilizando un término del mundo del deporte, especialmente uno usado en el fútbol, para insistirle al primer mandatario que no trate de hacer jugadas no pulcras para salirse con la suya y tratar de cobrar el que sus reformas democráticamente no hayan pasado en el foro natural de la democracia, el Congreso.
Aquí vale la pena citar a Clístenes de Atenas, quien fue el padre de la democracia. Hagamos memoria de lo que era Grecia, siglos V y IV, en el 508 a.C. En ese momento este país se estructuraba en tribus, que se unían por sus lazos de sangre. Gracias a Clístenes, Grecia evolucionó hacia la democracia, que es una de las formas de gobierno en donde se ejerce el poder político para el pueblo, todos tienen derecho a participar, expresar lo que piensan y sienten. En Grecia la ejercían en los foros, allí daban su opinión, expresaban sus necesidades, así como la forma en que querían vivir y ser gobernados. La mayoría de los gobiernos del mundo hoy la aplican. Indudablemente no es perfecta, pero se dice que es la vía más cercana a los gobernados y una de las formas más próximas al deber ser de gobernar. Contrario a las dictaduras donde el que decide es una persona, quien impone su punto de vista, lo mantiene tercamente, lo disfraza a punta de mentiras para satisfacer su megalomanía y narcisismo, gobernando solo para quienes están de acuerdo con él.
El tratar de gobernar a punta de decretos, declarando la emergencia social en La Guajira, es solo una de sus estrategias para sacar lo que en democracia y de forma legítima, no pudo. Los bellos Choco y La Guajira tienen la impronta de ser de los más atrasados, con una importante población pertenecientes a etnias y donde desgraciadamente cualquier intento para sacarlos de las difíciles situaciones de vulnerabilidad se ve golpeada por la rampante corrupción, causa de su atraso y pobreza. Como la democracia es representativa y no directa como en el mundo de los griegos, se ha engendrado una clase política corrupta, que han manipulado el voto a punta de pagarlo en dinero o en especie. sobornando y direccionando las elecciones. Los políticos correctos terminan perdiendo sus posibilidades por la falta de dinero para el manejo de sus campanas, ya que no tienen nexos con los contrabandistas o con el mundo del narcotráfico.
Ahora bien, se que todo el mundo le reconoce su inteligencia, recuerdo que cuando manejaba un programa de opinión en Teleamiga, cuando era vicerrectora de la Universidad la Gran Colombia, tuve la oportunidad de hacerle una entrevista y salí gratamente impresionada de su inteligencia y elocuencia, pero recuerdo también su intemperancia a los temas que no encajaban en sus marcos conceptuales.
Hoy, gracias a esa democracia imperfecta que usted representó en el Congreso por más de 20 años, que criticó sin ética ni responsabilidad durante todos los gobiernos que lo antecedieron, salió elegido con una mayoría precaria frente a los que no votamos por usted, por la experiencia y el conocimiento de la forma como gobernó en la alcaldía de Bogotá.
Con su inteligencia no debería desconocer a los colombianos que no creemos que su gobierno no tiene dirección, ni coherencia, que es lo más grave. Los últimos sondeos de opinión lo demuestran: el 61% de Colombia desaprueba su forma de gobernar. Su proyecto de paz, dándole validez política a los bandidos y narcos, solo lo aprueba el 28% frente al 61% que disentimos. Estos mismos piensan que en 79 % las cosas van empeorando frente a un 19%. La inseguridad es lo más agobiante, un 70% creemos que han empeorado, con el ítem de que usted desmanteló al ejército, quitándole los mejores oficiales de inteligencia y de trabajo en terreno. El costo de la vida nos tiene en apuros, no solo a los pobres sino a las clases medias, un 84% creemos que esta inmanejable, lo mismo que el manejo de la economía 79% que nos oponemos, frente a un escuálido 14% que la aprueba. El desempleo ha empeorado, tampoco se ha hecho nada parar la pobreza, un 63% creemos que ha aumentado sus índices. El 60% creemos que el narcotráfico se ha empoderado. Y ni hablar de la percepción en salud y educación.
En conclusión, no nos crea ni ingenuos o brutos, los colombianos somos pensantes, observamos y analizamos todas sus mentiras y manipulación de cifras. No insista en minimizar la multitudinaria marcha que le demostró que estamos cansados con su forma de tergiversar a su favor la realidad a través del Twitter. Viajando y twitteando no se maneja un país. Deje de ser terco, megalómano y narcisista. Aterrice.