RAFAEL DE BRIGARD MERCHÁN, PBRO. | El Nuevo Siglo
Viernes, 19 de Agosto de 2011

Cuando nada gusta


“Les sobra ignorancia sobre las cosas fundamentales”


ES  impresionante ver una millonada de jóvenes reunidos por motivos espirituales, ahora en Madrid, para tener una fuerte experiencia de Dios, de fe, de esperanza. Balancea hacia el lado conveniente una imagen vendida como invariable en el sentido de que la gente joven sólo se reúne para escuchar rock, bailar y hacer bulla. E impresiona la capacidad de atracción que sigue teniendo el Papa, ahora Benedicto XVI, mañana otro será, como también la voz de la Iglesia, que se ha convertido como en voz de la resistencia frente a tanta utilización y manipulación de la juventud, de sus fuerzas y sus ideales.


Y no causa menor impresión el grupo de los que nada les gusta y que en vano han querido alterar la jornada mundial de la juventud. El gobierno español les parece pésimo por razones económicas, la Unión Europea por razones culturales, la Iglesia por razones ideológicas, el Papa por razones de autoridad o cosa parecida. Hay una verdadera generación del desencanto total, de la desesperanza, de la no creencia y que poco a poco se hunde en su obsesión por no aplaudir nada ni nadie. Todo les parece malo. Nadie les parece bueno. Y paulatinamente van asumiendo actitudes violentas para expresar su rabia universal.


En alguna ocasión se acercó un joven a Jesús para indagar el camino para ganar la vida eterna. Había ya cumplido los mandamientos, le dijo al Señor. Este le añadió: “vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres y sígueme”. Comenta el autor sagrado: el joven se fue triste pues era muy rico. Hoy día la cuestión no es qué les falta a los jóvenes para ser realmente felices, sino qué les sobra, aunque pudiera sonar como un cuestionamiento muy duro. Pero así es.


A los que nada les gusta les sobra orgullo y autosuficiencia. Les está sobrando tecno-adicción deshumanizante. Les sobra sordera en todo sentido. Les sobra un amor desmedido por el dinero y el confort. Les sobra ignorancia sobre las cosas fundamentales de la vida, entre ellas, el conocimiento de Dios. Les sobra a muchísimos una vida ética y moral que no tiene límites ni parámetros visibles, a no ser el del crecimiento del propio ego. A los que nada les gusta hay que hacerles ver que les queda por construir el mundo que desean y que no basta con reclamar que otros se los edifiquen como si de sus siervos se tratara. En conclusión, es hora de gritar menos y trabajar más… por el resto de la vida.