Sigue dando mucho de qué hablar la reciente lista de The New York Times sobre los 100 mejores libros del Siglo XXI. Las opiniones vienen y van entre quienes critican la ausencia de ciertos clásicos modernos y aquellos que la consideran tremendamente subjetiva, como más o menos lo es toda esta clase de escalafones. Es el riesgo latente que acompaña indefectiblemente a todos los intentos de categorización. A favor o en contra, hay un punto medio en el que creo que los comentaristas culturales podrían converger sin mayores aspavientos: “El Ferrocarril Subterráneo” de Colson Whitehead, mi candidato personal al Nobel de Literatura de 2041, tiene su lugar ganado en el Top 10 del ranking.
El libro no sólo es una poderosa fábula moderna sobre la esclavitud, sino que posiblemente se trate del más influyente ganador del Pulitzer en los últimos 15 años, con el respeto de otros títulos que han sido auténticos parteaguas como “El Tiempo es un Canalla” de Jennifer Egan (2011), “La Luz Que No Puedes Ver” de Anthony Doerr (2015) o hace poco “Fortuna” de Hernán Díaz (2023). Tendríamos que remontarnos hasta “La Carretera” de Cormac McCarthy” (2007) para dar con una obra tan culturalmente relevante como la de Whitehead.
Aunque otro relato sobre esclavitud, “El Mundo Conocido” de Edward Jones (Pulitzer 2004), quedó mejor posicionado (4°) que “El Ferrocarril Subterráneo” (7°) en el conteo de The New York Times, la estela del primero prácticamente ha desaparecido en nuestro idioma, al punto de que hacerse con una de sus copias es sencillamente imposible, a menos claro que tengas una buena tarde y te lo encuentres de segunda mano en algún anticuario con buen gusto. Habrá que ver si “El Ferrocarril Subterráneo” consigue superar la prueba del tiempo y si para 2037 mantiene su impacto social de nuestra era. De momento, y gracias también a la exitosa adaptación de la novela por Prime Video, parece que Whitehead tiene más que fija su silla en el panteón de la literatura norteamericana de color.
Sorpresivo es, entonces, que unos días atrás, al ser preguntado en el podcast de The Book Review por el diseño de la estructura de su libro, Whitehead mencionara sin titubear a “100 Años de Soledad”, y su prólogo en el que se habla sobre la técnica de la abuela de García Márquez para contar historias fantásticas con tal seriedad que las mismas parecían reales, como el recurso narrativo que le inspiraría para traer a la vida una red ferroviaria bajo tierra que ayuda a la fuga de cientos de esclavos negros transportándolos entre territorios de todo Estados Unidos. Una historia tan auténticamente americana propulsada por la fuerza mágica e invisible de Macondo, un giro absolutamente inesperado.
Así pues, Cora, el personaje principal perseguido durante páginas por Ridgeway el cazarrecompensas, seguirá siendo el símbolo literario de la resiliencia racial contemporánea. Subiéndose y apeándose de estación en estación del ferrocarril subterráneo para huir de la maldad del hombre blanco mientras en el camino aprenderá que la esclavitud va más allá de las cadenas y los grilletes.