VÍCTOR CORCOBA HERRERO | El Nuevo Siglo
Jueves, 5 de Julio de 2012

El cooperativismo como salida de crisis

 

En período de persistente inseguridad y de grandes crisis, como el momento que vivimos, el cooperativismo es una salida. Pienso que el papel de las cooperativas, concebidas bajo el distintivo de la autoayuda y la autorresponsabilidad, los valores democráticos y la solidaridad entre sus miembros, son verdaderamente piezas fundamentales que contribuyen a que avancemos socialmente.

La verdadera filosofía del cooperativismo apuesta por una sociedad integrada e integradora. Las sociedades no se pueden construir, como se viene haciendo a través del tejido empresarial capitalista, desde una perspectiva insolidaria y sobre la base de exclusión. Ha llegado el momento de motivar otro desarrollo más justo, que tenga como objetivo prioritario garantizar, no tanto la producción, y sí la garantía de que todos los seres humanos tengan iguales oportunidades, haciendo los esfuerzos y sacrificios necesarios. De nada sirve que 2012 sea bautizado como el año internacional de las cooperativas, y que el 7 de julio, celebremos el día internacional de las cooperativas, si en lugar de aumentar la conciencia cooperativista, seguimos acrecentando la conciencia del lucro insolidario, de la productividad interesada en favor de unos pocos, en lugar del interés por la comunidad.

Sin duda, el modelo cooperativista permite que la humanidad coopere entre sí y, en consecuencia, se humanice mucho más el espíritu cooperante, además de permitir que los jóvenes creen y gestionen empresas sostenibles.  

Con un espíritu igualitario, de colaboración en la adopción de decisiones, más allá del afán comercial, las cooperativas son un ejemplo de responsabilidad social. Solamente, desde esta cooperación, podremos levantar un mundo más libre, donde el trabajo sea realmente un camino de liberación, y no un invento de los poderosos para hacerse más ricos. El trabajo debe siempre elevar a la persona en su dignidad y no degradarla nunca. El cooperativismo es un factor positivo, produce un crecimiento colectivo, extensible a todos y con un horizonte más allá de la mera lógica mercantil.

De todos es sabido la gran labor de las cooperativas en el sector agrícola, en los pequeños agricultores, difundiendo sus conocimientos y buenas prácticas. Asimismo, en el sector de la energía, las cooperativas siempre han impulsado energía no contaminante, por su mayor atención a las preocupaciones sociales, ambientales y éticas, que al desvelo por dividendos. Su éxito ha sido un avance social sin precedentes, puesto que han contribuido a impedir que muchas familias y pueblos caigan en la indigencia, y, por otra parte, han ayudado a fomentar los valores de espíritu democrático. En vista de los buenos resultados, siempre será poco, el aliento que den los gobiernos para avivar la constitución y el crecimiento de las cooperativas.

Sepamos que cuando hablamos de las cooperativas de trabajo, no se habla de crear puestos de trabajo, sino de crear medios de vida para una colectividad, donde entran todas las generaciones. Este es un momento oportuno para las alianzas entre cooperativas, y acrecentar de este modo, una economía solidaria mundial.

Es preciso, pues, madurar una conciencia solidaria vinculante que, considere a las empresas cooperativas como una auténtica reactivación humana, mientras multitud de personas, de todo el mundo, piden una democracia real ante las desigualdades del mundo motivadas, en parte, por sus sistemas productivos antisociales.

corocoba@telefonica.net

*Escritor