“La poesía es el hondo susurro de los asesinados, el rumor de hojas en el otoño, la tristeza por el muchacho que conserva la lengua pero ha perdido el alma”. Este fragmento de su poema “La llave que nadie ha perdido” refleja la nostalgia que ha cargado durante décadas el escritor mapuche más conocido de Chile: Elicura Chihuailaf.
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Después de haber estado nominado en tres ocasiones al premio más importante de la literatura chilena, Chihuailaf se llevó finalmente el pasado 1 de septiembre el galardón que lo encontró lejos de su país, cumpliendo compromisos literarios en España, de donde no ha podido devolverse a causa de la pandemia.
“Cuando se me avisó que había recaído en mí el Premio Nacional de Literatura pensé en mi familia, en mis antepasados. Nada comienza consigo mismo porque, cuando cada ser humano habla a través de su pensamiento o de su voz, está hablando la cultura a la cual pertenece”, señala a la Agencia Anadolu desde Asturias.
Este poeta mapuche es el primer indígena en obtener el máximo reconocimiento de las letras chilenas que se entrega desde 1942 y que se han llevado escritores como los premios Nobel de literatura Pablo Neruda y Gabriela Mistral.
“Lo relevante es que este galardón máximo de la literatura recae por primera vez en un ser originario, aunque hay que recordar que todos pertenecemos a una cultura nativa. Es eso, sentir la responsabilidad de subrayar la memoria del pueblo al cual pertenezco”, señala Chihuailaf.
El pueblo del que habla es el mismo que lleva siglos enfrentado al Estado chileno en reclamo al respeto de sus territorios. Una demanda que en los últimos meses se ha traducido en tensión política, huelgas de hambre y violentos enfrentamientos en la Araucanía, al sur del país.
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“La violencia la instaló el Estado, que usurpó un territorio, que declaró que Chile es un país de blancos en el que se borra la pluriculturalidad y no se acepta. Nosotros consideramos a todos los seres que están en la naturaleza como parte de un gran libro”, argumenta el poeta, quien fue nominado por la Pontificia Universidad Católica y la Universidad de La Frontera, además por decenas de académicos, artistas y escritores.
Quienes apoyaron su candidatura coinciden en que la poesía de Elicura Chihuailaf retrata las luchas del pueblo mapuche desde una ternura y un amor único por la naturaleza que describe con maestría y conocimiento.
“Saca el alma del Wallmapu. Tiene además una producción que la considero autónoma. Está muy arraigada en las luchas de un pueblo. Él enarbola una suerte de grito emocional de lo que ha sucedido con el pueblo mapuche y el modo en el que nos han aplastado en Chile”, señaló a la Agencia Anadolu María Emilia Tijoux, doctora en Sociología de la Universidad de Chile.
Un premio en medio del conflicto
Wallmapu es el nombre que los mapuches le dan al territorio que han habitado desde hace siglos en Chile y que ha inspirado a Chihuailaf por más de 40 años, en los cuales ha escrito 15 obras literarias, traducidas a más de 20 idiomas que le han valido varios reconocimientos internacionales. Entre ellos, ser incluido en la Lista de Honor del Ibby (International Board on Books for Young People) y postulado al Premio Educación para la Paz de la Unesco.
“Él representa la riqueza de la cultura mapuche que ha sido amenazada, sometida e invisibilizada. Nos enseña otras formas de relacionarnos entre nosotros, con la naturaleza, con el pasado, con la memoria. Además de ser una poesía muy bella, un objeto estético muy potente, nos hace crecer espiritualmente, que es algo que se necesita mucho siempre”, señaló Paula Miranda, académica de la Facultad de Letras de la Universidad Católica a la Agencia Anadolu.
El Premio Nacional de Literatura para Elicura Chihuailaf llega en momentos en los que crece la tensión en la región de la Araucanía, luego de que ocho presos mapuches iniciaran una huelga de hambre que duró más de cuatro meses para exigirle al Estado chileno ser liberados por razones humanitarias y por la pandemia.
“El Estado de Chile se instaló usurpando nuestro territorio. La violencia no ha cesado en 200 años, pero tiene momentos más complejos, como ahora, donde hay hermanos nuestros en huelga de hambre. Eso es violencia. Y la respuesta de nuestra gente ha sido defender simplemente”, señaló el poeta.
Sin embargo, para el poeta de 68 años, este premio, que por primera vez se le entrega a un escritor indígena en Chile, llega para establecer un diálogo entre los pueblos originarios y el Estado, en el que finalmente sean las palabras que triunfen sobre la violencia. “Siempre he sentido que, cuando hablo o escribo, está la memoria de mi gente, están sus sueños, su relación con la naturaleza. Por eso, la palabra ternura es la que más se ajusta a esta lucha”.