De dictadores a directores: La incómoda relación entre autoritarismo y músicos | El Nuevo Siglo
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Sábado, 2 de Septiembre de 2017
Cindy Johana Serrano

Como en un mal matrimonio, la música y la política viven atadas. Tres grandes e ilustres maestros  estuvieron sometidos a sus líderes o se exiliaron por la filosofía suprema de su ser: “El arte está por encima de todo”. Toscanini, Strauss y Shostakovich tuvieron que enfrentar su música frente a regímenes autoritarios. Casi noventa años después, Gustavo Dudamel en Venezuela repite la misma historia con el chavismo.

En 2017, el internacionalmente conocido director de la Orquesta de Los Ángeles, Gustavo Dudamel, se convirtió en el blanco de las amenazas del presidente Nicolás Maduro. Cuando en un principio formó parte del régimen venezolano, en la época en la que Chávez fue el instrumento dorado para que la Orquesta Juvenil de Venezuela se convirtiera en una de las mejores del mundo.

Dudamel siempre estuvo callado frente a la forma de gobierno de su líder, debido a su tradicional postura frente a la sonante y extraña relación que tiene la música y la política, un hecho que ha sido muy reclamado por la oposición de su país, después de la reciente y grave crisis económica. La postura del director fue cambiando, un factor que rápidamente notó la ex viceministra Carolina Cestari, quien resaltó que “debía ser coherente frente al mandato de Maduro”.

Duró otros dos años en silencio y su pronunciamiento no tardó más, después de enterarse de la muerte del violinista Armando Cañizales,  Dudamel escribió un artículo en el País de España donde dijo: “Me siento en la obligación personal de ayudar en la más importante tarea del presente: defender los valores democráticos fundamentales, evitando así que la sangre de nuestros compatriotas continúe siendo derramada”.

Y como en un duelo de percusiones, la ira de Maduro retumbó como un tambor cuando decidió cancelar la serie de conciertos de la Orquesta, dicha en una frase desafinada: “Te metiste a la política, bienvenido a la política”.

Toscanini

Algo similar le sucedió al afamado director de la Orquesta Scala de Milán, Arturo Toscanini en 1923 durante el régimen fascista. Caracterizado por ser un ferviente republicano, antimonárquico y anticlerical, pasó de ser un fiel militante de la ideología impuesta por Mussolini, a hacer vehementes declaraciones en contra de su líder por la muerte de su amigo el músico Guiseppe Gallini, y  por el notorio cambio que dio el dictador a su discurso que ahora era de extrema derecha.

Su carrera subió tan alto como un Do mayor durante su pertenencia a la hegemonía del dictador italiano. Y en esa misma velocidad volvió a bajar, como consecuencia de su oposición a las instrucciones que le eran impuestas a él y a su repertorio. Siempre se negó a tocar el himno fascista de la Giovinezza, un hecho que despertó la ira del Duce –Mussolini-, lo que lo llevó a él y su familia huir de su amada Italia. Después de la caída de Mussolini aparecieron frases pintadas en la pared que decían: “¡Que vuelva Toscanini!”.

Strauss

1.044 kilómetros al norte de Italia, en la Alemania Nazi de 1933 un camaleónico director de música clásica ofrecía referencias confusas sobre su gobierno, para así defender su gran amor, la música. Se trataba de Richard Strauss, maestro que desde su nacimiento vivió entre los altibajos de la guerra.

Strauss participó y fue cercano a la cúpula política de la época, ya que su objetivo era mejorar las condiciones de los artistas profesionales, revisar las políticas de reproducción e incrementar los recursos que eran suministrados por el Gobierno sí que no fue extraño que recibiera autógrafos firmados por Hitler que decían “al venerable gran maestro de tono, con respetuoso agradecimiento”.

Sin embargo, los conflictos no se hicieron esperar. Con la interceptación que hizo la Gestapo a una carta escrita por Strauss a su amigo y libretista judío Stefan Zweig, la cual decía que su trabajo como como presidente del Consejo de Música del Reich, el músico tuvo que renunciar al cargo, quedando  en silencio y condenado al olvido de sus obras durante esa época.

Shostakovich

Desde el oriente de Europa, la mejor interpretación sinfónica de la revolución bolchevique la dio el maestro Dmitri Shostakovich, quien a muy corta edad creó un fiel reflejo de las caídas y grandes victorias del régimen comunista mediante su música. No yendo muy lejos, hacía lo que fue una Rusia liderada por Stalin, en 1936, momento en el cual el periódico Pravda  tituló “Caos en la música”, artículo que lanza fuertes ataques en contra de la obra de Shostakovich, “Lady Macbeth”, acusándola de esnobismo anti popular y formalista. Según varios expertos lo escribió el mismo Stalin.

Esto desencadenó una fuerte caída a la carrera del famoso compositor, ya que sus  obras fueron canceladas simultáneamente. ¿Por qué? Se  sabía que la música de Shostakovich conservaba una mirada perspicaz frente a lo que pasaba en la sociedad rusa. Una por una, sus sinfonías eran un capítulo abierto a la construcción histórica de la realidad, por lo que en su mayoría estas son relatos sombríos y dramáticos, que conservaban su tono conservador, algunas de ellas eran manifestaciones en contra de la violencia y el encarcelamiento, otras como la de Leningrado que llevaba nombre como “La grandeza de mi tierra”, “Victoria”, entre otras, se convirtieron en símbolo de esperanza para un pueblo que quedó devastado por la guerra.

Hasta que finalmente en 1948 este gran creativo fue condenado por “desviaciones formalistas anti populistas”, por lo que sus obras fueron prohibidas en el país, adicionalmente, los beneficios a su familia fueron retirados hasta diez años después, tras la muerte de Stalin.

Paradójicamente, el año siguiente escribe la cantata “Canción de los bosques” composición que elogiaba al líder ruso como “El Gran Jardinero”. Y dos años después se convierte en diputado del Soviet Supremo.

Con un discurso de supremacía vociferado en las líneas del autoritarismo o con el pentagrama protestante de un director, la política y la música desde un inicio han estado sometidas a una convivencia incómoda. Dudamel rompió con el chavismo, peor Maduro le reiteró: “te metiste en la política”.