El vigor democrático | El Nuevo Siglo
Viernes, 27 de Mayo de 2022

* Los retos de la primera vuelta presidencial

* 39 millones de ciudadanos citados a urnas

 

La democracia es un sistema político vivo que tiene en la participación en las urnas su principal mecanismo de vigor y legitimidad. El ejercicio y respeto de la voluntad popular expresada por la ciudadanía mediante su voto constituye una muestra inequívoca de la supremacía del Estado Social de Derecho y la sujeción de todos los colombianos a los mandatos constitucionales y legales. Y ello, en suma, representa la prueba más fehaciente de la existencia de la Nación como entidad unitaria y soberana.

Por lo mismo, cada voto depositado hoy por los más de 39 millones de colombianos que están citados a las urnas no solo exterioriza la decisión de un ciudadano de apoyar a determinado candidato a la Presidencia de la República, sino que se erige en un respaldo directo y pleno a la institucionalidad democrática, aspecto por demás urgente en momentos en que continúan asomando factores violentos y disociadores que insisten en sembrar el caos así como subvertir el orden y la autoridad, todo con el único fin de romper la unidad nacional y que el país derive en el autoritarismo y el no futuro que, lamentablemente, ya sufren algunas naciones latinoamericanas.

No ha sido nada fácil el camino para llegar a la votación hoy de primera vuelta en los comicios para Jefe de Estado. Colombia acaba de dar una muestra de resiliencia sin par ante la crisis pandémica, sin duda la emergencia más grave y con el mayor costo vital, sanitario, económico y social de las últimas décadas. La reactivación en cada uno de esos frentes es palpable, incluso por encima de los índices de muchas otras naciones desarrolladas y emergentes. Persiste, de otro lado, la combinación de problemáticas de vieja data y otras coyunturales en distintos frentes, pero aun así la población se muestra capaz de superarlas.

Ese es el país que hoy debe afrontar su segunda cita en la contienda por la sucesión en la Casa de Nariño, luego de que el pasado 13 de marzo las tres consultas de las coaliciones interpartidistas sumaran más de doce millones de votos, una cifra inédita. De allí que, teniendo en cuenta que el índice de abstención en el país suele rondar el 50%, entonces es posible que hoy se registren no menos de veinte millones de sufragios.

Ha sido una campaña larga y accidentada, sin duda alguna. Muchas circunstancias políticas y partidistas que un año atrás eran impensables terminaron por concretarse para sorpresa de muchos, teniendo de colofón unos comicios parlamentarios que removieron el mapa de las bancadas pero también terminaron inmersos en un escándalo de proporciones muy graves por las anomalías en el preconteo y los escrutinios. Seis candidatos son los que finalmente llegan a las urnas en medio de un escenario muy móvil e incierto. La ciudadanía tiene suficientes perfiles y propuestas para votar por los y las que considere más apropiadas para su esfera personal, familiar, social y nacional. Serán las mayorías las que señalarán si alguno de los aspirantes se impondrá hoy o el país irá, como ha ocurrido desde 2010, a un balotaje en junio entre los dos más votados.

Lo importante, en todo caso, es que el sistema electoral funcione de forma eficaz y transparente. Tras lo ocurrido en los comicios de Congreso hay una alta desconfianza en la fiabilidad de todo el mecanismo de conteo de votos, su transmisión y el reporte de resultados. La Registraduría, que afirma haber aplicado múltiples correctivos e introducido nuevos controles, así como autorizado una extensa red de veedurías nacionales e internacionales, tiene la obligación de dar la máxima certeza en los comicios. La menor falla sería muy grave y tendría implicaciones impredecibles.

Igual reto tienen la Fuerza Pública, la Fiscalía y demás entes de control en cuanto a garantizar no solo que la jornada democrática se lleve a cabo de forma pacífica y sin interferencia violenta o coacción de grupos armados ilegales, sino que también están llamadas a vigilar y detectar cualquier delito contra la transparencia del sufragio, como la compraventa de votos o la participación indebida en actividades proselitistas de funcionarios públicos, entre otras anomalías.

Como se ve, es mucho lo que hay en juego en la elección de primera vuelta presidencial hoy. Gobierno, organización electoral, candidatos, campañas, partidos, Fuerza Pública, entes de vigilancia, veedurías y la ciudadanía en general. Todos y cada uno de ellos tienen un rol que cumplir para que esta cita a las urnas se lleve a cabo con máximas garantías y transparencia. Solo así, más allá de resultado de la votación, la democracia colombiana seguirá dando muestras evidentes de vigor y legitimidad.