Peligros de la contaminación | El Nuevo Siglo
Lunes, 14 de Enero de 2013

* Los sufrimientos del homo sapiens

* China, afligida por el aire enrarecido

 

Las sociedades industriales que compiten a diario en la jungla de la economía mundial por elaborar y vender sus productos, con sus altos hornos en permanente emisión de gases peligrosos han contaminado gran parte del planeta con daño en no pocos casos irreparable para la salud de la población. Lo mismo que los vehículos, indispensables para la locomoción en las urbes inmensas y para cubrir grandes distancias de carga y de pasajeros de un lugar a otro, tienen un efecto desastroso por la emisión de gases. Consecuencia nociva que en casos como el de Transmilenio enrarece el aire en Bogotá a diario;  en algunas zonas de la ciudad por cuenta de la contaminación del aire se  multiplican  las enfermedades respiratorias, las que en deplorables casos determinan la muerte de niños y ancianos. Los que habitan cerca de las zonas más contaminadas de Bogotá por causa de los tóxicos de las fábricas y del transporte público, así nunca en su vida prueben un cigarrillo, reciben emisiones de gases al día equivalentes a fumarse varios paquetes de cigarrillos. Y la atmósfera enrarecida no respeta condición social, sexos, ni edades, ataca a todos por igual. La contaminación no es solamente crapulosa en el aspecto moral, sino que el aire que respiramos cada día ejerce una influencia fatal en el organismo humano, que de manera silenciosa se va deteriorando. Lo que aumenta los costos de atención hospitalaria de los afectados, agrava el número de parados en las empresas, rebaja la capacidad productiva y atenta contra la calidad de vida que merecen los millones de habitantes de las grandes metrópolis. Pese a los acuerdos trascendentales alcanzados en el Protocolo de Kioto, a los  que se llegó en esa ciudad en 1997, no todos los países firmantes del mismo en el momento de entrar en vigencia en el 2005 han respetado sus compromisos. Las grandes potencias son las  principales responsables por las  peores  y fatales  emisiones de gases de efecto invernadero global, que degeneran  la salud, al contribuir  a agravar y extender varias de las más letales  enfermedades que doblegan en el siglo XXI al homo sapiens, incluidas algunas variedades de cáncer y, según sesudos investigadores, del SIDA; como  las enfermedades del corazón, los ojos, la piel y virus contagiosos desconocidos. En China, por estos días, las autoridades han lanzado una alerta a los habitantes de las principales ciudades por los altos y corrosivos niveles de contaminación. Una densa y peligrosa capa de partículas nocivas cubre 17 provincias que habitan millones de seres de todas las edades. Se dice que la contaminación en Pekín es uno de los peores casos de polución de la historia de la humanidad. Es tan grave la situación por efecto de la depredación del medio ambiente  que la mitad de la población de las grandes ciudades ha sido conminada por las autoridades a quedarse en sus casas. En Pekín, las gentes para salir a las calles llevan máscaras. Las enfermedades se extienden por la ciudad. El aspecto de las calles, por la estela de aire contaminado y las capas de detritus y gases que emanan de las fábricas, deja un panorama similar a una ciudad después de un bombardeo. Los ecologistas con los ojos llorosos se lamentan, puesto que pese a sus constantes demandas sufren por culpa de terceros los efectos de respirar el aire degradado. El gobierno local informa que: La calidad del aire en la capital  supera los niveles máximos de alta contaminación -más de 500 microgramos por metro cúbico de partículas contaminantes con tamaño PM2,5 (diámetro menor a 2,5 micras)- hasta superar los 700. El hospital de Pekín  dejo conocer en un lacónico informe que  por  la fuerte contaminación los niños sufren penosas enfermedades respiratorias, la semana pasada atendieron  más de 7.000 pacientes diariamente. Por la poca visibilidad se han producido accidentes y se suspendieron varios vuelos. Según explican las autoridades: el aire que respiran los pequineses por estos días alcanza los 993 microgramos de PM2,5, unas partículas que pueden alojarse directamente en los pulmones o inclusive en la corriente sanguínea. Los colombianos debemos vernos en el espejo de Pekín, la capital de una gran nación que  sacrifica generaciones enteras para avanzar al desarrollo y convertirse en potencia mundial, con un costo altísimo para la salud de su pueblo. Se  trata de crecer y fomentar el desarrollo sin enrarecer el aire ni aumentar las emisiones de gases perniciosos por el calentamiento global. Entre nosotros, el río Bogotá es de los más contaminados del mundo, las sucesivas administraciones se quiebran los dientes sin conseguir descontaminar sus aguas. La contaminación del río Bogotá y el agua que se está bebiendo en algunas poblaciones ribereñas del río Magdalena son un veneno silencioso contra el pueblo.