Guerra: 100 días de desgaste y sin señales de pronto fin | El Nuevo Siglo
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Jueves, 2 de Junio de 2022
Redacción internacional con AFP

CON el presidente Vladimir Putin aislado internacionalmente pero inamovible en sus objetivos, Occidente incrementando las sanciones a Rusia así como la entrega de moderno armamento a Ucrania que férreamente resiste el embate militar y sin gestión diplomática alguna para retomar las congeladas negociaciones de paz, la guerra marca hoy sus primeros cien días.

Al elevado costo que en vidas humanas y económicas ha dejado en ambas partes en conflicto se suma el grave impacto que ha tenido a nivel global en el suministro tanto de petróleo como de gas, la cadena de suministro de productos e insumos y las exportaciones agrícolas, poniendo en vilo la seguridad alimentaria.

La inesperada invasión rusa, amén de desestabilizar el continente europeo, develó que el plan del Kremlin más allá de forzar una nueva arquitectura de seguridad regional es generar un nuevo orden mundial, un plan compartido con otro actor de peso mundial como es China y tiene en la mira a otro gigante: India.

Esta jugada a tres bandas de Putin forzó a Estados Unidos y sus socios occidentales a redefinir la estrategia para el Indo-Pacífico, con nuevas alianzas en pro de frenar la influencia sino-rusa en esa estratégica región, que puede convertirse en el nuevo eje de la geopolítica global.

Es ese marco que China ni India condenaron la ‘operación militar especial’ que Putin ordenó el pasado 24 de febrero a Ucrania y se mantienen ‘neutrales’ frente tanto a declaraciones políticas como a las sanciones económicas y financieras se han impuesto a Rusia, las que comienzan a minar su economía.

Aunque varios analistas coinciden que Putin se vio forzado a cambiar su plan militar al frustrarse la toma de Kiev y el cambio de gobierno, a hoy persisten las dudas sobre ello. Concentrado en conquistar la región del Donbás desde hace dos meses, lo que le asegura una franja terrestre desde la anexada Crimea, así como el control hacia los mares Azov y Negro, el conflicto se tornó en una guerra de desgaste y de incierta duración.

Así lo han admitido dirigentes políticos, como el presidente estadounidense Joe Biden y el secretario de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, Jens Stoltenberg quienes coincidieron en afirmar que “debemos prepararnos para el largo plazo…Lo que vemos es que esta guerra se ha convertido ahora en una guerra de desgaste".

Entre tanto, el inquilino del Kremlin, considerado un paria, calificado de "dictador" y "criminal de guerra" en Occidente, pese a estar aislando en la escena internacional y enfrentando sanciones sin precedentes que empiezan a deteriorar su economía, mantiene a nivel interno su alta popularidad y cuenta con el respaldo tácito de grandes potencias, como las mencionadas anteriormente.

Así, no hay señala alguna de que Putin vaya a frenar su ofensiva como tampoco a retomar los diálogos con Ucrania, posibilidad que según su vocero presidencial se aleja con la constante entrega de ayuda militar occidental a Kiev, con armamento moderno como el sistema lanzamisiles Himars que dará Estados Unidos, que podrían ser utilizados para atacar territorio ruso.



Con el 20% del territorio ucraniano

Las autoridades ucranianas admitieron que el ejército ruso controla el 20% del país y que está a punto de conquistar la ciudad estratégica de Severodonetsk, en la cuenca minera del Donbás que, como se sabe, está parcialmente manejada desde ocho años por separatistas prorrusos.

El presidente Volodomir Zelenski así lo informó ante el Parlamento Europeo. “Tres meses después de que empezara la invasión, las fuerzas rusas controlan alrededor del 20% del territorio ucraniano, es decir, cerca de 125.000 km2”. Y agregó que “antes de la guerra, el 24 de febrero, las fuerzas rusas o prorrusas controlaban 43.000 km2 en Ucrania, desde la anexión de Crimea y la toma de un tercio del Donbás”.

“Perdemos de 60 a 100 soldados por día, asesinados en acción. La situación en el este es muy difícil", admitió el mandatario.

Desde el 24 de febrero, han avanzado en el este y en el sur, sobre todo, a lo largo del litoral del mar Negro y del mar de Azov, y ya controlan un corredor costero estratégico que conecta el este de Rusia con Crimea.

La aplanadora rusa en esta región del este, con bombardeos constantes sobre grandes núcleos urbanos, empieza a dar frutos y, en breve, Putin podría cantar su primera victoria.

"La situación más difícil es en la región de Lugansk, donde el enemigo intenta expulsar a nuestras tropas de sus posiciones", informó el comandante en jefe de las fuerzas armadas ucranianas, Valeri Zalujny, en un comunicado del ejército.

En Severodonetsk, capital administrativa de la región, un "80% de la ciudad está ocupada" por las fuerzas rusas y hay combates en sus calles, declaró ayer el gobernador de la región de Lugansk, Serguéi Gaidai.

Y aunque Lugansk figura como la zona que concentra los combates, la otra región del Donbás, Donetsk, no se encuentra al margen de las hostilidades, especialmente en Sloviansk, unos 80 km al oeste de Severodonetsk y en las localidades contiguas a Donetsk.

Si el Donbás cae, el puerto de Odesa, más al oeste, estará entonces "en el punto de mira", aseguró el geógrafo y exdiplomático Michel Foucher, para quien se abre un período poco favorable para los ucranianos.  También se cuestiona si en algún momento los estadounidenses empujarán a los ucranianos a realizar "concesiones territoriales".

En ese escenario, los estrategas ucranianos urgen por ‘pesada’ ayuda bélica. "El enemigo tiene una ventaja operativa en términos de artillería…Urge una transición lo más rápida posible de sus equipos hacia armas del tipo de la OTAN”, manifestó el general Zalujny.

En el sur, donde Rusia también ha tomado amplias franjas de terreno a partir de la península de Crimea, los ucranianos tratan de contraatacar mientras desde Moscú evocan posibles referéndums en julio para anexionarse las regiones conquistadas, mientras que el Zaporiyia (sureste), las autoridades colocadas por Moscú anunciaron que se estaban apoderando de las propiedades pertenecientes al Estado Ucraniano, a través de "un decreto".

En este escenario, expertos como Mathiey Boulègue, del centro de reflexión Chatham House señalan que “a pesar de que la aplanadora rusa avanza ciertamente, pero de forma laboriosa, no se trata de un sometimiento militar" y, por ello considera que “en las próximas semanas, Moscú necesitará pasar militarmente de una guerra de movimientos a una guerra de posiciones porque su material no se regenera y sus fuerzas se agotan".

Por su parte para el historiador militar francés, Michel Goya, el frente oriental "se está convirtiendo en una batalla decisiva que absorberá los esfuerzos en las próximas semanas, pero la batalla del Donbás está lejos de terminar". 

Y si la acabar la lucha en ese frente estratégico se visualiza lejano, más aún el fin de la guerra, tanto porque se desconocen los reales objetivos del impredecible Putin como hasta qué punto Estados Unidos podrá mantenerse como un país beligerante. Además, sin claras victorias sobre el terreno, ninguna de las partes tendrá “armas” para presionar el restablecimiento de las negociaciones.