Isabel II: una monarca de récords | El Nuevo Siglo
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Domingo, 29 de Mayo de 2022
Redacción internacional con AFP

El jubileo de platino de Isabel II, que todos los británicos se aprestan a celebrar por todo lo alto será también otro paso en la transición hacia el trono ya que por segunda vez en las últimas semanas el príncipe Carlos tendrá otra “paloma” real: será el encargado de saludar a las tropas, montado a caballo como otrora lo hacía su progenitora, en el tradicional “Trooping The Colour” (Desfile del Estandarte) con el que desde hace más de 250 años se conmemora anualmente el cumpleaños oficial de la reina.

Así, el heredero al trono poco a poco asumiendo más funciones en una progresiva transición monárquica, la que ha esperado por décadas ya que desde que muy joven intempestivamente tuvo que asumir el trono, Isabel II ha sido fiel a una consigna que resumió la escritora Kate Williams en esta frase: “para ella ser reina es un gran papel, mayor que ella”.

En el trono desde 1952, Isabel II es la primera monarca británica que celebra un jubileo de platino y la segunda en celebrar jubileos de plata, oro y diamante, celebraciones que reflejaron los cambios de la sociedad británica y su relación con la monarquía.

A sus 96 años, con graves problemas de movilidad y de salud fruto de su edad, se ha visto forzada desde finales del año pasado a guardar reposo. De allí que delegara al príncipe heredero a pronunciar el altamente simbólico “discurso del trono” el pasado 10 de mayo ante el Parlamento y solo volviera a aparecer en público hace una semana, vestida de amarillo de la cabeza a los pies, en la inauguración de una línea del metro con su nombre, en Londres. Fue su primer acto oficial desde hace meses fuera de Windsor.

Consciente de sus limitaciones físicas, pero también del ansia de los británicos por celebrar con ella este jubileo, se ha cuidado al máximo para estar presente en algunos de los actos previstos en su honor, que tendrán lugar del jueves al domingo próximo.

Pese a su edad y achaques, ha seguido recibiendo en el Castillo de Windsor a embajadores y responsables políticos, fiel a su trabajo, como ha sido el caso durante las siete décadas en que ha puesto su vida al servicio del país.

Entregada estoicamente a su deber, ha dejado raramente entrever sus emociones y jamás sus opiniones. Cuando en abril de 2021 la muerte de su esposo, el príncipe Felipe, dejó "un enorme vacío" en su vida, apenas pareció verter una lágrima. 

"Consagrada a servir"

Isabel Alejandra María II nació en Londres el 21 de abril de 1926. Apodada "Lilibet" por su familia, era tercera en la línea sucesoria al trono tras su tío Eduardo y su padre Alberto, pero se convirtió en heredera cuando su tío abdicó siendo para casarse con la divorciada estadounidense Wallis Simpson, y su padre le sucedió como Jorge VI.

Fue criada por institutrices en el palacio de Buckingham. Hacia el final de la Segunda Guerra Mundial, a los 18 años, se enroló en las Fuerzas Armadas como conductora.

En el mensaje que dirigió al país cuando cumplió 21 años, declaró: "Mi vida entera, sea larga o corta, estará consagrada a servirles".

En noviembre de 1947 se casó con su primo tercero, Felipe, que debió renunciar a sus títulos de príncipe de Grecia y Dinamarca. Tuvieron cuatro hijos: Carlos (1948), Ana (1950), Andrés (1960) y Eduardo (1964).

Isabel estaba en Kenia cuando su padre murió en febrero de 1952 y se convirtió en reina con solo 25 años, aunque no fue coronada hasta el 2 de junio de 1953, en la primera y hasta ahora única entronización británica retransmitida por televisión.

Desde entonces, Isabel II ha sido testigo de la desintegración del imperio británico, la Guerra Fría, los cambios sociales de la posguerra, la llegada de la era digital y la complicada salida británica de la Unión Europea.

Y, a nivel interno, ha capeado crisis sociales, escándalos familiares como el bautizado “Megxit”, el retiro de la monarquía de su nieto Enrique con su esposa Meghan al mudarse a California en 2020 y un año antes el escándalo protagonizado por su hijo favorito Andrés ante la estrecha amistad con el financiero estadounidense Jeffrey Epstein, acusado de explotar sexualmente a menores.

También otros, años atrás, como en 1992, "annus horribilis" en sus propias palabras, cuando estallaron los matrimonios de sus hijos Carlos, Ana y Andrés, y ardió su querido castillo de Windsor. Pero enfrentó una crisis peor en 1997 cuando la muerte de Diana, ya divorciada de Carlos, estuvo a punto de romper el afecto de los británicos por ella, que un primer momento apareció fría y distante.

Pero nada de ello ni el progresivo deterioro de su salud hicieron que, al menos en público, siempre mantenga una gran sonrisa y una real elegancia, que la ha hecho reconocible por sus sombreros, bolsos y vestidos coloridos.

Y extremadamente discreta sobre su vida, de la que apenas se conocen sus aficiones por los perros de raza corgi y por los caballos que cabalgaba aún hasta hace poco con un pañuelo atado a la cabeza.


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Una monarca de récord

Desde el tiempo que ha permanecido en el trono y los personajes mundiales que ha recibido hasta en su irrupción al mundo digital, la monarca británica ha marcado récords.

Su reinado durante 70 años y casi 4 meses, un récord en la historia. El anterior lo tenía su tatarabuela, la reina Victoria, que reinó durante 63 años, 7 meses y 2 días (desde el 20 de junio de 1837 hasta su muerte el 22 de enero de 1901).

También es la monarca reinante más anciana del mundo. Sólo dos han permanecido más tiempo que ella en el trono:  el rey francés Luis XIV (más de 72 años entre 1643 y 1715) y el rey Bhumibol Adulyadej de Tailandia (70 años y 4 meses, del 9 de junio de 1946 al 13 de octubre de 2016).

Es también una incansable trotamundos. Visitó más de 100 países -otro récord para un monarca británico- y realizó más de 150 visitas a países de la Commonwealth. Estuvo 22 veces en Canadá, más que en ningún otro país, y 13 veces Francia, cuyo idioma habla, más que en ningún otro país europeo.

El Daily Telegraph calculó que había recorrido el equivalente a 42 vueltas al mundo antes de dejar de viajar al extranjero en noviembre de 2015, a los 89 años.

Su gira más larga duró 168 días (de noviembre de 1953 a mayo de 1954), durante los cuales visitó 13 países.

Ha conocido a 14 primeros ministros, desde Winston Churchill (1952-1955) hasta Boris Johnson (de 2019 a la actualidad), que en audiencias normalmente semanales la han mantenido informada de los principales acontecimientos del momento.

También se ha reunido con 13 de los 14 presidentes estadounidenses elegidos durante su reinado, desde Harry Truman (1945-1953) hasta Joe Biden (desde 2021). Lyndon Johnson (1963-1969) es el único que falta en su lista.

La reina, jefa de la Iglesia Anglicana, es muy religiosa y practicante y también se ha reunido con cuatro papas en visita oficial: Juan XXIII (1961), Juan Pablo II (1980, 1982 y 2000), Benedicto XVI (2010) y Francisco (2014).

Pero la reina también fue pionera en lo político y lo digital. En 1991 fue la primera monarca británica en dirigirse a la Cámara de Representantes en Washington y, cinco años después, en visitar China.

Y se modernizó rápidamente: envió su primer correo electrónico el 26 de marzo de 1976, durante una visita a un centro de investigación del ministerio de Defensa; en 1997 lanzó la primera página web oficial del Palacio de Buckingham, en 2014 envió su primer tuit, y cinco años después hizo su primera publicación en Instagram.

Pero el más vívido recuerdo que tienen no sólo los británicos sino millones de personas en el mundo, por inesperado e innovador, es cuando la única monarca (casi) saltó en paracaídas con James Bond. En un vídeo realizado para la inauguración de los Juegos Olímpicos de Londres de 2012, se la ve recibiendo al actor Daniel Craig en el Palacio de Buckingham antes de que ambos simulen subir a un helicóptero, sobrevolar Londres y lanzarse en paracaídas sobre el estadio olímpico, donde la llegada (real) de la monarca fue recibida con una gran ovación.