El fallecido jefe de Hezbolá, Hasán Nasralá, considerado el hombre más poderoso de Líbano, vivía en la clandestinidad desde la última guerra entre Israel y el movimiento islamista en 2006. Pero el viernes el ejército israelí consiguió localizarlo y matarlo.
Hezbolá confirmó el sábado que su secretario general murió el día anterior en un violento bombardeo israelí en un suburbio del sur de Beirut, bastión del movimiento proiraní.
Nasralá, asesinado a los 64 años, apareció contadas veces en público desde la guerra que enfrentó a su movimiento con el ejército israelí a mediados de 2006, y su lugar de residencia siempre fue un secreto.
Pero pese a la clandestinidad, el jefe de la poderosa milicia chiita recibía visitantes, incluidos los líderes de movimientos palestinos aliados, que publicaron fotos de los encuentros.
Los periodistas y personalidades que se reunieron con él relataron haber sido conducidos por Hezbolá en coches de seguridad hacia una localización difícil de identificar.
Nasralá pronunciaba habitualmente discursos transmitidos en vivo, que tenían en vilo al Líbano, ya que era considerado el hombre más poderoso del país porque al frente de Hezbolá contaba con la facultad de decidir sobre la guerra o la paz.
Para sus seguidores chiitas, su figura era objeto de un culto, pero su influencia se extendía en las esferas políticas y su muerte puede tener implicaciones para toda la región.
Una fuerza política
Nasralá llegó a liderar Hezbolá en 1992, a los 32 años, cuando su antecesor Abás al Musawi fue abatido por Israel.
Al asumir el mando, llevó a Hezbolá, el Partido de Dios, de una milicia armada a convertirse en la fuerza política más poderosa de Líbano, representada en el Parlamento y en el gobierno.
Al mismo tiempo desarrolló el arsenal de su formación que reivindicó que cuenta con 100.000 combatientes y posee poderosas armas, incluidos misiles de alta precisión.
Hezbolá es la única formación que se negó a entregar sus armas al final de la guerra civil (1975-1990) esgrimiendo como argumento la necesidad de una "resistencia contra Israel", cuyo ejército se retiró gradualmente del país hasta evacuar totalmente el sur en mayo de 2000, después de 22 años de ocupación.
A lo largo de los enfrentamientos entre sus efectivos y el ejército israelí, Nasralá consolidó su estatus de líder y lo cimentó en 1997 tras la muerte en combate de su hijo mayor, Hadi.
El conflicto de 2006 con Israel, que duró 33 días, le permitió exponer la fuerza de su movimiento que hizo frente al ejército israelí.
La guerra causó la muerte de 1.200 libaneses, en su mayoría civiles, y de 160 israelíes, la mayoría militares.
Nasralá proclamó al final de esta guerra una "victoria divina" y adquirió un perfil de héroe en el mundo árabe.
Pero en el Líbano fue criticado por varios sectores cuando su partido fue acusado de estar implicado en el asesinato del ex primer ministro Rafic Hariri en 2005, y luego cuando sus milicias tomaron brevemente el control de la capital en mayo de 2008.
Descendiente del profeta Mahoma
Nasralá, siempre vestía túnicas clericales y un turbante negro característico de los Sayed, los descendientes del profeta Mahoma con los que se identificaba. Al mando de Hezbolá, logró tener influencia más allá del Líbano, en toda la región.
En 2013 anunció haber intervenido militarmente en Siria para apoyar al régimen de Bashar al Asad, atenazado en una guerra civil que estalló tras la represión de protestas pacíficas en 2011, que después derivaron en una insurrección armada.
Con el apoyo total de Irán, formó y apoyó a los movimientos cercanos a Teherán en la región.
Hezbolá es la "joya de la corona" de los aliados de Irán en Medio Oriente, que constituyen el denominado "eje de resistencia" que incluye a grupos armados en Irak, los rebeldes hutíes de Yemen y el movimiento islamista palestino Hamás.
Nasralá nació el 31 de agosto de 1960 en una modesta familia de nueve hijos, en una zona conocida como "el cordón de la miseria" que rodeaba Beirut.
Su familia era originaria del pueblo de Bazuriyé en el sur del Líbano.
Logró estudiar teología en la ciudad santa chiita de Najaf, en Irak, pero tuvo que partir en 1978 durante la ola de represión contra los chiitas impulsada por Sadam Husein.
De regreso al Líbano se unió al movimiento chiita Amal, pero con la invasión israelí en 1982, formó parte de una escisión que fue el núcleo fundador de Hezbolá, creado bajo el impulso de los Guardianes de la Revolución iraníes.
Nasralá estaba casado y fue padre de cinco hijos, hablaba con fluidez el farsi y en una inusual entrevista contó que en su juventud jugó al fútbol y que adoraba a Maradona.