EL MERCADO de capitales, encargado de gestionar y canalizar la inversión, ha jugado históricamente un papel secundario, desaprovechando su potencial estratégico para el país y los hogares.
Sin embargo, la profundidad de este mercado es limitada: entre 2019 y 2024, el número de emisores de valores disminuyó de 367 a 332. Comparativamente, Colombia tiene el menor número de compañías listadas en bolsa en la región, con solo 63 emisores, mientras que Brasil cuenta con 353, Chile con 297, Perú con 195 y México con 136.
De acuerdo con un informe de ANIF, más allá de la falta de atención hacia el mercado de capitales, varios factores macroeconómicos y fiscales han obstaculizado su expansión. El primero es el bajo nivel de ahorro en la economía, el insumo básico para la inversión.
Un nivel adecuado de ahorro interno brinda estabilidad al costo del financiamiento y a las decisiones de inversión. Contrario a lo deseado, en Colombia el ahorro ha disminuido desde finales de 2016. Aunque hubo una leve mejora en 2022, esta fue neutralizada por caídas registradas durante 2023. De esta forma, el ahorro bruto doméstico pasó de representar el 17% del PIB en 2016 a solo el 11% en 2023, lo que implica menos recursos disponibles para la inversión.
Por su parte, otro desincentivo a la inversión proviene de las condiciones tributarias domésticas. Antes de la pandemia, Colombia se posicionaba como un destino atractivo para la inversión extranjera, gracias a su manejo fiscal responsable. Sin embargo, la pandemia trajo dificultades para retornar a una senda fiscal sostenible, una situación agravada por mayores presiones de gasto y la incapacidad de generar ingresos estructurales. Adicionalmente, la carga tributaria sobre las empresas en Colombia es excesiva: mientras que el promedio de la OCDE está en torno al 22%, en Colombia la tarifa efectiva de tributación es del 35%, sin contar con las sobretasas en ciertos sectores. Este desbalance ha desincentivado la entrada de capitales extranjeros y debilitado el atractivo del país como destino de inversión.
El análisis por sectores muestra que, tras la pandemia, el ahorro de los hogares aumentó temporalmente, pero se destinó al consumo en la fase de reactivación. Posteriormente, con el incremento de las tasas de interés, el ahorro retornó a niveles similares a los observados previo a la pandemia. Este proceso de recuperación podría verse amenazado con la reciente reforma pensional, dado que aproximadamente un tercio del ahorro doméstico proviene de los aportes obligatorios a pensiones. Con la ampliación del régimen de reparto, el agotamiento del fondo de ahorro público podría debilitar aún más la posición de ahorro nacional.