Como no quiso publicar historia clínica alguna -que es reservada para los simples mortales, no debiendo serlo para los personajes públicos que aspiren a dirigir un país- al primer año de su elección vinimos a saber, por cuenta de su hermano menor, que el mayor padecía del “Síndrome de Asperger” (que algunos escriben, con mala ortografía, como “Síndrome de Aspirar-ger”) consistente en una forma de autismo, enfermedad de la que teníamos referente anterior en cabeza de la niña activista medioambiental sueca Greta Thumber, quien debe estar empacando maletas para venir a dictar cátedra en la COP-16, Conferencia de las Naciones Unidas sobre Biodiversidad, en Santiago de Cali, a partir del 20 de octubre, y ojalá le enseñe a nuestro paciente a manejar el tema.
Pero ahora el cuadro clínico del paciente parece haberse expandido para llegar al delirio de persecución y a los cuatro vientos pregona por redes y por medios alternativos y convencionales de comunicación que lo quieren matar y ve enemigos por todas partes, como el Quijote de la Mancha, desde volquetas cargadas con dinamita, alimentos envenenados que le van a suministrar y se le alborotó cuando en redes empezaron a preguntar si él utilizaba beeper o walkie-talkie, pues el Mossad (agencia de Inteligencia Israelí) estaba cargando con pólvora estos aparatos y distribuyéndolos entre los militantes de Hezbollah, grupo terrorista al que nuestro primer mandatario ve con buenos ojos, porque coinciden en odiar a ese gobierno y a su premier Netanyahu, quien libra una intensa y cruenta guerra contra el terrorismo concentrado en Medio Oriente.
Al hombre nadie quiere matarlo y ya lo han expresado los principales científicos y politólogos colombianos: el único enemigo de Petro es él mismo, quien aparece como delirante, sobre expuesto y perdido en medio de su propio laberinto. Lo que sí es cierto es que él, con su perverso mandato, “mató” la izquierda colombiana y las aspiraciones que parecieran sensatas como la del buen exsenador Jorge Enrique Robledo -ibaguereño manizalita- y de la mediocre y controvertida exalcaldesa de Bogotá, Claudia Nayibe López, quien se fue a estudiar Liderazgo Avanzado en Harvard para prepararse a ser la heredera del remedo de trono que logre dejar el emperador.
López fue una de las grandes promotoras y electoras del llamado “cambio”, que ha demostrado ser peor de lo que querían cambiar y, además, rebosante de populismo, corrupción y desgobierno, pero ahora ella trata de disimularlo y de alejarse lo más posible de Petro, para que no la mezclen con su tragedia, pero nadie le cree, por eso que llaman “descarado oportunismo”, y lo mismo le ocurriría al moreno canciller Murillo si decidiera renunciar y aceptar el reto. Sus candidaturas estarían, de antemano, “matadas” por el presidente de turno, quien acaba de hacer otra destemplada e insulsa presentación en la Asamblea de la ONU y, en medio de su desespero, últimamente ha echado mano del populismo extremo para anunciar el adefesio de querer reducir la edad de pensión.
Post- it. Brillante la táctica de guerra contra el terrorismo que adelantó el gobierno israelí para castigar a sus enemigos “bíblicos” del Hezbollah, que irónicamente traduce “partido de dios”, pero claramente se ve que no es el mismo Dios de nosotros, sino el de los malvados, pues no se puede pregonar impunemente en el desierto que el pueblo judío -nuestros hermanos separados- no tienen derecho a existir y deben desaparecer del mapa.