¿Lograrán cubanos mantener abierta la ventana para el cambio? | El Nuevo Siglo
MIGUEL DIAZ Canel, lidera el régimen cubano
Foto archivo AFP
Martes, 9 de Noviembre de 2021
Redacción internacional con AFP

EL RÉGIMEN no va a caer, al menos en un corto tiempo. Sin embargo, la decisión de los cada vez más numerosos cubanos inconformes de mantener su público desafío exigiendo cosas tan elementales como el derecho a expresarse y a tener comida es una ventana de esperanza que se abre y aspira a convertirse en una enorme puerta.

Si el pasado 11 de julio, la ola de indignación espontánea convocada por algunos cubanos en las redes sociales sorprendió no sólo al gobierno comunista presidido por igual Díaz Canel sino al mundo por ser tan inusual como numerosa, a sabiendas de que podrían terminar en la cárcel tal cual ocurrió con más de un centenar de ellos, la que está convocada para este lunes 15, pese a la prohibición gubernamental, concentra el interés de la comunidad internacional que respalda los reclamos ciudadanos.

Como se sabe, la mencionada fecha, en San Antonio de los Baños, decenas de anónimos opositores se  tomaron las calles, lo que en cuestión de horas se replicó por toda Cuba, siendo la mayor protesta en su capital, La Habana, para protestar por un sinnúmero de razones, que iban desde la crisis económica hasta la prohibición a expresarse su descontento.

La violenta represión no se hizo esperar y aunque oficialmente se habló de un hombre de 26 años muerto, los opositores aseguran que fueron mucho más así como cientos de encarcelados, muchos de los cuales fueron condenados por delitos como traición a la patria e incitación a la violencia.

El lema de “Patria y Vida”, título de una canción que desde meses atrás comenzó a despertar la conciencia de los cubanos se ha mantenido firme y, de seguro, volverá a resonar este  lunes, ya que los convocantes a las de antemano prohibidas protestas, quieren elevar de nuevo su voz para que se liberen los opositores.


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La fecha elegida es clave porque oficialmente se reabre el ingreso de turistas al país caribeño y las escuelas vuelven a la presencialidad. De allí que el régimen sostenga que es un boicot a esos dos pasos claves para la normalización.

Gobierno y oposición libran un inédito mano a mano, con las tensiones con Estados Unidos como telón de fondo.

En las últimas semanas ambos bandos han jugado al gato y al ratón. Los disidentes pidieron por primera vez permiso para manifestarse el 20 de noviembre, en siete de las 15 provincias de la isla. El gobierno, de su lado, respondió decretando esa jornada como el Día de la Defensa Nacional, precedida por dos días de ejercicios militares. Los organizadores replicaron adelantando su plan cinco días.

Las autoridades comunistas prohibieron entonces la manifestación, acusando a sus promotores de querer provocar un cambio de régimen con el apoyo de Washington, y programaron para ese día celebraciones por el 502 aniversario de La Habana.

"Nadie va a aguarnos la fiesta", enfatizó el presidente Miguel Díaz-Canel ante parlamentarios.

Sin embargo, los opositores no se dan por vencidos. "Consideramos que su respuesta fue ilegal entonces creemos justo insistir en la marcha", dijo Saily González, de 30 años y organizadora de la protesta en la central ciudad de Santa Clara.

Propietaria de un pequeño hotel en esta localidad, célebre por albergar los restos del Che Guevara, González quiere dar seguimiento a las inéditas manifestaciones del 11 de julio, que estallaron de manera espontánea al grito de "Libertad" y "Tenemos hambre".

"Un golpe de Estado suave"

Según la ONG Cubalex, 1.175 personas fueron arrestadas por esas protestas, que dejaron un muerto y decenas de heridos. Aún hay 612 detenidos.

"Yo creo que a esas personas se lo debemos", insistió Saily, refiriéndose a los detenidos por el 11 de julio que siguen en prisión. Aunque, esta vez no habrá efecto sorpresa.

González y el dramaturgo Yunior García, de 39 años, creador en Facebook del grupo de debate político Archipiélago y organizador de la manifestación en La Habana, han sido acusados por el gobierno de recibir financiamiento de Washington para desestabilizar la isla. Ambos lo niegan categóricamente.

"Mi respuesta es abrir el refrigerador de mi casa", semivacío debido a la escasez de alimentos en el país, suspira Saily para demostrar que no recibe dinero, y añade que la crisis económica es también el motor de la convocatoria de la protesta.

Pero el presidente Díaz-Canel se mantiene firme al decir que "diplomáticos estadounidenses se reúnen frecuentemente con los cabecillas contrarrevolucionarios. Les brindan orientación, estímulo, apoyo logístico y de manera directa o indirecta financian sus actividades", dijo ante diputados.

El noticiero de la televisión estatal acusó a Yunior García de promover "un golpe de Estado suave", luego de haber recibido adiestramiento en el extranjero. El señalamiento se basó en el testimonio de un médico que reveló ser agente infiltrado de la Seguridad del Estado. 

Yunior reconoció haber recibido una llamada del responsable de la embajada de Estados Unidos en La Habana, Timothy Zuñiga-Brown, pero aclaró que se negó a aceptar su propuesta de ayuda, para evitar que fuera utilizada en su contra. 

"Asediado"

Para William Leogrande, profesor de la American University en Washington y especialista en relaciones entre Cuba y Estados Unidos, la embajada siempre "ha sido un canal para proporcionar ayuda material a los disidentes cubanos" y "esto desacredita a todos los opositores", les beneficie o no.

Frente a una disidencia revitalizada por la reciente llegada de internet a la isla, pero aún considerada ilegal, "el gobierno cubano se siente muy asediado por el mal estado de la economía, por el reforzamiento del embargo y porque el 11 de julio reveló el profundo descontento de la gente".

La última vez que se sintió amenazado de esta manera fue en 2003, cuando 75 disidentes fueron condenados a fuertes penas, dijo el académico.

Para Carlos Alzugaray, exdiplomático cubano, el gobierno debería haber autorizado la manifestación. "Ambas partes debieron buscar una avenencia, es decir intentar una negociación". 

Pero "evidentemente Estados Unidos está metido de lleno y eso por supuesto perjudica la marcha y perjudica cualquier esfuerzo de diálogo".

De todas formas, llamó a las autoridades cubanas a "buscar mecanismos y vías" para lograr el funcionamiento "del sistema político más abierto, más deliberativo y menos autoritario".

Y también, dejar de considerar toda crítica como una amenaza. "¡Yo personalmente tengo muchas críticas al gobierno, en el plano económico y político, pero no quiero que me asocien con un proyecto de cambio de régimen!". 

El buró político encabezado por Díaz Canel sigue esgrimiendo  el argumento de la interferencia imperialista y deja de lado una necesaria e inaplazable autocrítica más que al modelo de gobierno a su gestión, porque las necesidades insatisfechas de los cubanos son cada vez mayores así como la posibilidad de labrarse un mejor futuro.

La escasez de alimentos, medicina y trabajo no discrimina entre afectos o detractores al régimen. La crítica situación humanitaria fue lo que llevó a que las protestas que iniciaron tímidamente el 11 de julio ganaran adeptos rápidamente y se prolongaran por tres días en medio de la incredulidad tanto nacional como internacional.

La expectativa por lo que pueda ocurrir este lunes es máxima y, a diferencia de las de aquel entonces que no fueron anunciadas, de seguro no concitaran gran número de cubanos por la amenaza gubernamental de terminar en la cárcel. Sin embargo, volverán a ser una demostración fehaciente de que contra viento y marea hay muchos decididos a mantener la presión para que el gobierno comience a ser más flexible e inclusivo. Es una intención clara, un mensaje fuerte y una esperanza que crece para los opositores y una situación que, sin duda, eriza al régimen.