Urgen una reforma laboral para evitar el descontento juvenil | El Nuevo Siglo
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Lunes, 2 de Julio de 2018
Redacción Nacional

La necesidad de implementar una verdadera Reforma Estructural Laboral en Colombia en la próxima Administración 2018-2022, será clave, según lo planteado por el Índice de Sufrimiento Macroeconómico (ISM) de los jóvenes elaborado por la Asociación Nacional de Instituciones Financieras (ANIF).

El ISM de los jóvenes, reportó ANIF, se halla 10 puntos por encima del total, que suma variables como desempleo sumado con inflación y al resultado de esta operación se le resta el crecimiento de la economía.

Usando este termómetro de registros absolutos, en ocasiones pasadas se había señalado que bajo el primer gobierno de Juan  Manuel Santos se habían logrado ganancias importantes en el frente macroeconómico, al lograr el ISM más bajo de las últimas cinco décadas (8,6 por ciento).

Sin embargo, el ciclo macroeconómico bajista que ha estado experimentando Colombia a lo largo del quinquenio 2015-2020 ha puesto en riesgo dicha corrección del ISM, lo que hace necesario, para ANIF, flexibilizar el mercado laboral, reduciendo los costos no salariales de sus niveles actuales cercanos al 50 por ciento, profundizando en lo logrado bajo la Ley 1607 de 2012; implementar un salario mínimo diferencial para los jóvenes menores de 25 años en período de aprendizaje, por un período máximo de 1 año; y crear alternativas profesionales en la secundaria para que los estudiantes puedan escoger entre el bachillerato clásico y una opción vocacional, donde será fundamental evaluar la calidad y pertinencia de dichos programas vocacionales.

Revela ANIF que este mayor sufrimiento macroeconómico de los jóvenes ayuda a entender el marcado inconformismo y la actitud antiestablecimiento, lo cual casi lleva a Colombia a experimentar un equivocado “socialismo-bolivariano-petrista”, disfrazado en las últimas semanas de oveja liberal. De allí la importancia de, por ejemplo, impulsar una reforma laboral que flexibilice el mercado a favor de la contratación de los jóvenes.

 

Vacas gordas

Los buenos resultados de la primera administración de Santos estuvieron en gran medida favorecidos por el súper ciclo de commodities.

Ello permitió que el PIB-real registrara expansiones del 5 por ciento anual, con importante liderazgo de la minería (5,9 por ciento), impulsada por los hidrocarburos (7 por ciento); y la construcción (9 por ciento), gracias a los satisfactorios comportamientos tanto de las edificaciones (7,2 por ciento), favorecidas por los programas de vivienda del gobierno (PIPE I), como de las obras civiles (11 por ciento), por cuenta de los mayores niveles de inversión en infraestructura de transporte (llegando a valores del 3 por ciento del PIB en 2014 vs. 2 por ciento del PIB en 2010).

Esto terminó compensando los pobres crecimientos que ya se evidenciaban en la industria (1,7 por ciento), afectada por el desalineamiento cambiario, el cual se dio como resultado de la prolongada Enfermedad Holandesa que muchos funcionarios públicos no lograron identificar mientras esta persistió.

Lo anterior estuvo acompañado de continuas mejoras en la tasa de desempleo, llegando al 9,9 por ciento en el urbano en 2014 y la convergencia de la inflación hacia su rango “bajo y estable” de largo plazo (2 por ciento -4 por ciento), con excepción del registro del 1,9 por ciento de 2013.

 

Vacas flacas

Los inicios de la segunda administración Santos fueron mucho más difíciles. Ello por cuenta del fin del auge minero-energético en 2015-2016, cuyo daño en los frentes de crecimiento potencial y déficits gemelos tuvo una magnitud mayor a la que se venía alertando entre 2013-2014

De esa manera, el crecimiento del PIB-real fue de solo el +2,2% anual en 2015-2017, afectado por las contracciones del sector minero-energético del -2,8 por ciento anual, al tiempo que la industria (+0,9 por ciento) y el comercio y el transporte-turismo (+2,1 por ciento) no lograron recuperarse por cuenta de sus lastres estructurales de competitividad.

Aun con ello, el desempleo urbano mostró resiliencia y se mantuvo en niveles promedio del 10 por ciento. Por su parte, la inflación desbordó el techo del rango-meta de largo plazo del Banco de la República (2 por ciento -4 por ciento) durante 2015-2017.

Ello dadas las presiones de los mayores costos de los productos importados y los altos precios de los alimentos-energía por la presencia del Fenómeno de El Niño.