Contrario a la creencia de que tales insectos viven de margaritas, rosas, besitos o plantas ornamentales conocidas, estos prefieren el bosque.
“Los meliponicultures (criadores de abejas sin aguijón) piensan que por tener un jardín bonito se les da buen alimento, pero no es así”, advierte la estudiante Laura Durán Casas, de la Maestría en Bosques y Conservación Ambiental de la Universidad Nacional (U.N.) Sede Medellín.
Al estudiar la dieta de las abejas nativas en la vereda La Florida de San Rafael (Antioquia), según intervención del hábitat, encontró que estas tienden a alimentarse de árboles nativos evolutivamente diversificados en la zona Andina, y en poca proporción de plantas ornamentales, método comúnmente implementado por los apicultores.
El estudio, que busca sensibilizar a los productores de abejas sobre la dieta de estos insectos, analiza 18 colmenas de Melipona eburnea, conocida comúnmente como boca de sapo, y Tetragonisca angustula, angelitas, criadas en un área de estudio que incluye un bosque secundario más o menos conservado, un potrero y los alrededores de una zona cultivada en la vereda La Florida de San Rafael (Antioquia).
Durante siete meses se ha colectado miel y polen, este último de botones florales a los que se les saca las anteras –estructuras que lo contienen– y se le hizo un tratamiento químico en el Laboratorio de Paleocología de U.N. Sede Medellín, para identificarlo y evaluar de qué se alimentan los insectos.
La investigación permitió determinar que las abejas nativas sin aguijón también prefieren árboles nativos, como los del género Cupania, de especies de plantas pertenecientes a la familia Sapindaceae –relativamente abundantes en la zona– y de los que se encontró más del 70 % de polen en mieles de ambas especies de abejas colectadas en enero y febrero de este año. Otro género predominante es Miconia, de la familia Melastomataceae.
El caso contrario se evidenció entre octubre y diciembre de 2017, que fueron meses lluviosos. En este periodo las abejas tuvieron más dificultades para consumir alimento, dado que el polen se lava. Sin embargo la situación no es estrictamente igual para ambas especies, puesto que las angelitas, además de los árboles, acuden a varias hierbas, mientras que las boca de sapo, catalogadas como especie vulnerable, tienen una dieta más restringida.
La investigadora explica que aunque las fuentes de alimentación de las abejas nativas sin aguijón pueden variar según la oferta y el clima, en general las angelitas abarcan entre el 60 y el 80 % de los árboles nativos y un 15 % de otras plantas como hierbas trepadoras y arbustos, mientras que las boca de sapo solo acuden a ellos en cerca de un 7 %.
En ese sentido, los resultados demuestran que es importante conservar tanto las abejas nativas sin aguijón como los bosques, los cuales son fundamentales para la producción de agua, y precisamente la información generada abre la posibilidad de realizar planes de restauración.
Otros recursos
Los árboles preferidos por las abejas nativas sin aguijón no solo son fuente de alimento sino también de nidificación, es decir que estos insectos construyen sus refugios en ellos con barro y distintas resinas, a lo que se le denomina geopropóleo o batumen.
Además cumplen la función de dispersión de semillas, como se evidenció luego de encontrarlas en sus nidos, donde incluso germinan. “Tienen un montón de interacciones que desconocemos completamente”, llama la atención la estudiante de maestría.
Conocer mejor el comportamiento de ambas especies de abejas nativas ha sido el aporte de la investigación, especialmente respecto a las boca de sapo, la cual no se conoce lo suficiente pese a que el género Melipona es sensible a la intervención de su hábitat y cuenta con varias especies en Colombia.