Cazadores de oportunidades | El Nuevo Siglo
Miércoles, 24 de Marzo de 2021

¿Por qué produce tanto desgano la cercanía de un proceso electoral? Porque la Presidencia de la República no es un botín y los ciudadanos ya estamos cansados de los cazadores de oportunidades que,  por estas épocas, empiezan a estrenar desde diseño de sonrisa hasta los  más extravagantes disfraces de “convicciones”, de valores, de creencias, de “principios”, que terminan haciéndolos parecerse a  todo lo que está de moda, menos a sí mismos.

Lo de menos es ser un estadista capacitado para gobernar, lo importante es adaptarse a la metamorfosis que exige la tiranía manipuladora de las emociones, expresadas en las redes y en general en los medios de comunicación. Una vez transformados en las marionetas del teatro, están listos para complacer a las galerías, inducidas a unas catarsis colectivas de exigencias maximizadas, que atrapan a los aspirantes presidenciales como rehenes del “parecer ser”, en detrimento del ser. Mientras tanto, los verdaderos titiriteros se frotan las manos, en Colombia y en el exterior.

¿Qué ha cambiado con la pandemia? Que la gente está cansada del encierro, con muchas necesidades económicas y sufriendo las consecuencias emocionales de los confinamientos. Aunque los expertos aseguran que en estos países latinoamericanos las personas son más creativas y recursivas y seguramente no llegarán hasta altos niveles de suicidio como en el Japón, lo cierto es que cada vez son más intolerantes al engaño, a la promesa mentirosa y más propensos a comprar la solución mágica, que cualquier vendedor de especies, les ofrezca en una esquina. El problema aquí no son los votantes, son los vendedores de ilusiones de grandes cambios que después son incapaces de contener el desbordamiento de una ciudadanía cansada, insatisfecha e inmediatista.

No existe un ambiente propicio para grandes cambios institucionales ni mucho menos para destruir lo que ahora funciona, aunque no sea de manera ideal. No es tiempo de ensayar fórmulas y modelos políticos que han arruinado a nuestros vecinos. En medio de la tormenta producida por la pandemia no es segura la táctica de la provocación, que mediante el enfrentamiento in crescendo, busca incitar el tsunami político y hacer tabula rasa de todo lo creado. En esta catástrofe no sobrevivirá nadie. Será una pelea entre náufragos. ¿Acaso no ven las grandes olas que se avecinan?

La opinión se está asomando al abismo y está dispuesta a escuchar las propuestas sensatas, por encima de las de los cazadores de oportunidades que creen sacar provecho cuando están en la cresta de la ola en medio de la tormenta. Los partidos políticos, o lo que resta de ellos, tienen en sus manos la salud de la patria y la personal de sus miembros. Aun pueden, si quisieran, oxigenar la debilitada democracia colombiana, poniendo plataforma a verdaderos hombres de Estado, que sean capaces de gobernar.  

Recordemos que el político piensa en la próxima elección, mientras el estadista piensa en la próxima generación.