Disparidad | El Nuevo Siglo
Sábado, 1 de Junio de 2019

La revista Semana, edición 1932, trata un tema que había dejado de ser conflictivo: las relaciones entre Colombia y Estados Unidos. El ambiente actual es lejano respecto al descrito por Eduardo Lemaitre en Panamá y su Separación de Colombia (Amazonas Editores, Bogotá, 1993) e inclusive existe contradicción aparente entre la cordialidad de altos ejecutivos del gobierno estadounidense y la aspereza de Donald Trump, presidente de USA, hacia Iván Duque Márquez, presidente de Colombia. La revista, en la carátula, plantea “¿Chantaje Diplomático?” y añade: “La cancelación de la visa a magistrados y políticos se ha convertido en la nueva herramienta de presión del Gobierno de Trump”. Yendo al artículo, se dice respecto a la conducta de USA: “Tradicionalmente una medida de esta naturaleza contra delincuentes y narcotraficantes”. La solución inicial de tales problemas, según parece, requiere entrevistas de los funcionarios afectados en la Embajada de USA en Colombia. Ojalá se regrese a los cauces normales.

Una segunda noticia coincide con recomendación reiterada de quien escribe: adelantar, en Colombia, investigaciones profundas e interdisciplinarias sobre los “chismes” y las “chivas” e incluir, corolario importante, tales nociones en los textos (libros y artículos) sobre historia del periodismo colombiano. La revista se refiere a investigación sobre chismes emprendida por la Universidad de California (¿cuál sede?) sobre el tema, de lo cual se deduce mayor avance en el análisis en USA que en Colombia; sería válido señalar que las conclusiones serían pertinentes, en principio, para USA pero nada se dice al respecto. Según se esperaba, el chisme es una práctica usual, extendida en la sociedad, imposible de abandonar y, sorprende, positiva en gran medida, lo cual, en opinión personal, no coincide con la práctica colombiana; se mencionan los rumores pero no se profundiza. En opinión personal, el chisme, en la modalidad malévola, es un instrumento de agresión, muy efectivo, en Colombia.

Un estudio de la actualidad colombiana no sería tal de excluirse el caso Santrich. En principio, era de esperar que algunos guerrilleros, acostumbrados al narcotráfico, y sus ganancias financieras, fueran incapaces de abandonar dicha práctica ¿incide en Santrich? Era lógico que USA siguiera con las definiciones usuales en la búsqueda de la extradición y se produce la impresión de haberse apartado la JEP del estilo acostumbrado ¿Es así? En todo caso, luce que se han aportado pruebas adicionales en la demanda de la Procuraduría y, de ser culpable, Santrich debe ser extraditado.

Por último, parece que en la crisis colombiana se debe distinguir entre lo político y lo jurídico, la práctica de la mermelada continuará y ha surgido  controversia sobre la vigencia de los “falsos positivos”.