EL mes pasado el candidato demócrata a la presidencia de Estados Unidos (EU) Joe Biden dijo que quería hacer el anuncio de quién sería su fórmula vicepresidencial en la primera semana de agosto, pero eso no ocurrió.
Aunque el nombre de su compañera deberá ser divulgado antes de la convención demócrata remota que comenzará el próximo 17, no se recuerda que ningún candidato haya hecho el anuncio tan tarde.
Desde marzo, Biden, exvicepresidente de Barack Obama, está diciendo que escogerá a una mujer para batallar contra el presidente republicano Donald Trump en las elecciones del 3 de noviembre.
Los pronósticos proliferan en la medida en que Biden cumplirá 78 años en enero y si gana en noviembre, sería el presidente más viejo de la historia estadounidense.
Además, ya dio a entender que no ejercerá más que un mandato y su vicepresidenta podría ya ser vista como su reemplazo para las presidenciales de 2024 de no tener que asumir la presidencia considerando la edad del candidato.
Mientras tanto el presidente Donald Trump está en el lugar opuesto a Biden en la campaña por su reelección. El mandatario, acostumbrado a modificar el guion de la política de EU podría cambiar a su fórmula para dar una sacudida a la campaña.
Su vicepresidente Mike Pence fue decisivo a la hora de conectar a Trump en 2016 con el voto conservador y evangélico. Ese electorado, en su mayoría, será fiel a Trump en cualquier caso.
La salida de Pence abriría la posibilidad de que Trump colocara a una mujer, un movimiento que sería bien visto por los republicanos moderados y algunos independientes y que podría reconfigurar la campaña.
El nombre que más suena es el de Nikki Haley, exembajadora de EU ante la ONU y con aspiraciones presidenciales obvias para 2024. Sin embargo, analistas consideran que la probabilidad de esta operación de alto riesgo, y de que Haley acepte la propuesta, es baja y dependerá en gran medida del anuncio de Biden. Pero no se puede subestimar la capacidad de Trump para la sorpresa.
La última vez que un presidente cambió a su fórmula fue en 1944, cuando Franklin D. Roosevelt, ya con problemas serios de salud, reemplazó a Henry Wallace, un político que no gozaba de mucha aceptación popular, y nombró a al senador Harry Truman, quien acabaría como presidente tras la muerte del Primer Mandatario.
Tras los disturbios producidos por la muerte del afroestadounidense George Floyd, se acentuó la presión para que Biden escoja a una candidata negra.
La senadora Kamala Harris, de 55 años, es vista como una de las favoritas pero sus antecedentes como fiscal y sus críticas a Biden durante la primaria demócrata, le juegan en contra.
Otros nombres que se están manejando son el de Susan Rice, ex consejera de Seguridad Nacional de Obama, las senadoras Elizabeth Warren y Tammy Duckworth, las representantes Karen Bass y Val Demings y las gobernadoras Gretchen Whitmer y Michelle Lujan Grisham.
Importancia del cargo
Ante la importancia electoral de la nominación surge también la pregunta sobre su influencia política.
Contrario a lo que puede pensarse, los vicepresidentes estadounidenses no son poco importantes como lo demuestran John Tyler, Millard Fillmore, Andrew Johnson, Chester Arthur, Theodore Roosevelt, Calvin Coolidge, Harry Truman y Lyndon Johnson, quienes se convirtieron en presidentes tras la muerte del mandatario en funciones.
En el caso de Johnson, fue después del asesinato en 1963 del presidente John F. Kennedy. Prestó juramento dos horas y ocho minutos después a bordo del Air Force One. Y Gerald Ford lo hizo apenas media hora después de que Richard Nixon firmara su renuncia en 1974.
El vicepresidente Pence está lejos de haber sido una figura decorativa y ha asumido deberes importantes, incluido el de coordinador del equipo de respuesta al coronavirus de la Casa Blanca.
Biden, quien sirvió como vicepresidente durante los dos mandatos de Barack Obama, dice que está buscando algo diferente.
Habla con cariño de sus responsabilidades cuando estaba en el cargo, enfatizando cómo dirigió desde el gobierno el rescate masivo de la economía en 2009.
"Pienso que Biden está buscando un socio político", alguien que "realmente funcione como uno de sus asesores más cercanos", dijo Joel Goldstein, profesor de derecho en la Universidad de St. Louis y experto en la vicepresidencia.
Biden tiene claro que se ve como una figura de transición. Su adjunto, que probablemente sea alguien mucho más joven, será esencialmente el próximo candidato demócrata y deberá apartar la imagen acartonada que presenta.
Dado que Biden ha declarado que elegirá a una mujer, ella haría historia, independientemente de cómo sea su gestión.
Hasta ahora solo dos mujeres han sido elegidas como candidatas a vicepresidenta: Geraldine Ferraro en 1984 y Sarah Palin en 2008 y ninguna de ellas llegó a la Casa Blanca.
Y si la compañera de fórmula de Biden llegara a sucederlo, se convertiría en la primera presidenta de EU. Y lo mismo podría ocurrir si Trump toma una decisión similar y decide reemplazar a Pence.
Formalmente, los vicepresidentes estadounidenses tienen la responsabilidad de emitir votos decisivos cuando el Senado no puede tomar una decisión y se presentan empates en las votaciones.
Algunos vicepresidentes, como Dick Cheney bajo el gobierno de George W. Bush, se ganaron la reputación de ser verdaderos estrategas y grandes apoyos para el mandatario.
Sin embargo, superponer que la vicepresidencia es el trampolín ideal para la presidencia no parece tan cierto. Tan solo 14 personas que han ocupado este cargo han llegado a la primera magistratura y de ellos, nueve no fueron elegidos, sino que ocuparon el cargo por muerte o renuncia del presidente.
El último vicepresidente que ganó las elecciones como presidente fue George Bush padre, quien gobernó entre 1989 y 1993.
Esto puede deberse a que pocos vicepresidentes son recordados con las claras excepciones de Cheney y Al Gore. Este último aunque perdió las elecciones presidenciales de 2000, ganó fama mundial como activista del cambio climático.