La ciencia de lo absurdo | El Nuevo Siglo
Viernes, 27 de Septiembre de 2019

Así se llama un famoso programa de televisión, con un nombre bastante discreto, porque en realidad hace referencia a un reguero de episodios trágicos provocados, las más de las veces, por el lado estúpido de la condición humana. En Colombia somos expertos en ello. Al guerrillero y narcoterrorista Jesús Santrich, después de fugado, el Estado le siguió pagando mensualmente su salario de parlamentario, en contraprestación a sus servicios prestados a la Patria (y “Qué Tal Ésto”, sección de un programa de denuncias contra un expresidente de Colombia, bajo el rótulo de “Noticiero”, no musitó palabra); a los delincuentes de cuello blanco les meten 5 años de cárcel, pero en cambio a Andrés Felipe Arias, hombre bueno, profesional brillante, lo condenan a 17 años de prisión porque en el gobierno en que fue Ministro de Agricultura se practicaron, por parte de la agencia de inteligencia del Estado, unas interceptaciones a los micrófonos de unos magistrados supuestamente incursos en conductas delictivas y a esa agencia, para disimular la cosa, la eliminaron a punta de Decreto (como el chiste en que vendieron el sofá donde se practicó una fornicación).

Sigue la lista: al gobernador de un departamento cuya gente se muere de sed y de hambre le permiten celebrar un contrato para que niños, sin saber castellano, sin escuelas y sin maestros, aprendan Inglés; los delincuentes comunes capturados en flagrancia, en un 70%, calculo yo, a los pocos días son liberados por falta o indebida receptación de pruebas, por vencimiento de términos, o por ejercicio del puro leguleyismo santanderista, otorgándoles patente de corso para que sigan delinquiendo; a los delincuentes más peligrosos, les conceden el beneficio de casa por cárcel y les ponen brazaletes para saber en qué parte de la ciudad es que siguen haciendo fechorías; las retroexcavadoras, vehículos sofisticados y costosos incautados a los depredadores del medio ambiente y mineros ilegales, las autoridades, en vez ponerlas al servicio de la comunidad - a juntas de acción comunal, para que ejecuten obras veredales, que tanta falta hacen-  las destruyen a punta de dinamita.

Y continúa la lista del catálogo de estupideces humanas que a diario se producen en esta “Patria Boba”: con un costo absurdo de más de 100 millones de dólares se llevó a cabo una consulta popular para que la gente se expresara en las urnas en contra de la corrupción - como si ello fuera mensurable a punta de votos-, todo por complacer a una señora brava y lenguaraz (y “Qué Tal Ésto”, no recuerdo que haya musitado palabra de extrañeza alguna, seguramente porque el inspirador no era un amigo del expresidente),  y los grandes caricaturistas y algunos columnistas, monotemáticos todos, han hecho curso intensivo de ataque diario a un expresidente, como si no hubiera más tema...

Post-it. ¿Quién sería el genio que decidió uniformar a los vigilantes de edificios y centros comerciales con camisa blanca y pantalón azul oscuro? Pues lo que hizo el modista de marras fue “robarnos la fórmula” a los conservadores clásicos, con la diferencia de que a nosotros no nos dan revólver, ni siquiera bolillo, para protegernos de la estupidez humana en la calle.