¿Quién es Xi, el hombre más poderoso desde Mao? | El Nuevo Siglo
AFP
Sábado, 8 de Octubre de 2022
Redacción internacional con AFP

Cuando Xi Jinping llegó al poder en 2012, algunos predijeron que sería el líder más liberal del Partido Comunista de China por su perfil discreto y su historial familiar. Diez años después, la realidad es bien distinta y se encamina -el próximo domingo- a convertirse en el hombre más poderoso del país desde Mao Zedong.

Este 16 inicia el Congreso comunista que le dará no sólo un tercer mandato a este hombre de 69 años cumplidos, sino que adoptará completamente su doctrina: el socialismo con características chinas.

Xi demostró desde años atrás una ambición implacable, una intolerancia a la disidencia y un deseo de control que ha llegado hasta casi el último aspecto de la vida cotidiana de China.

Conocido al comienzo como el marido de una popular cantante, se ha erigido en un líder con un aparente carisma y un habilidoso relato político que han creado un culto personal no visto desde los tiempos de Mao.

Pero poco se conoce sobre su persona o sus impulsos.

"Yo discuto la visión convencional de que Xi Jinping busca el poder por el poder", dice Alfred L. Chan, autor de un libro sobre su vida. "Yo diría que anhela el poder como un instrumento para cumplir su visión".

"Realmente tiene una visión sobre China. Quiere ver China como el país más poderoso del mundo", dijo otro biógrafo, Adrian Geiges.

En esta visión que él llama el "sueño chino" o "el gran rejuvenecimiento de la nación china", el Partido Comunista (PCC) desempeña un papel central.

"Xi es un hombre de fe (...) Para él, Dios es el Partido Comunista", escribió Kerry Brown en su libro "Xi: A Study in Power". "El mayor error que comete el resto del mundo sobre Xi es no tomarse en serio su fe".

Aunque su familia integraba la élite del partido, Xi no parecía destinado a esta posición. Su estricto padre Xi Zhongxun, un héroe revolucionario llegado a viceprimer ministro, fue purgado durante la Revolución Cultural de Mao.

"Xi y su familia quedaron traumatizados", dice Chan.

De un día para otro, el ahora presidente perdió su estatus. Una de sus medio hermanas se suicidó por las persecuciones.

Xi quedó condenado al ostracismo por sus compañeros de clase, una experiencia que, según el politólogo David Shambaugh, contribuyó a "un desapego emocional y psicológico y a su autonomía desde muy temprana edad".

Con 15 años fue enviado al centro de China, donde pasó años cargando cereales y durmiendo en cuevas. "La intensidad del trabajo me impactó", reconoció.

También participó en sesiones en las que debía denunciar a su propio padre, según explicó en 1992 al diario The Washington Post. "Incluso si no entiendes, te fuerzan a entender (...) Esto te hace madurar antes", contó.

Para el biógrafo Chan, estas experiencias le confirieron "dureza".

"Suele ir a por todas (...) Pero también tiene una noción de la arbitrariedad del poder, por eso enfatiza la gobernanza basada en la ley", agrega.



 Desde abajo

Actualmente, la cueva donde durmió Xi se ha convertido en una atracción turística para mostrar su preocupación por los más pobres.

En una visita de la AFP en 2016, un lugareño lo describió como una figura casi legendaria, leyendo libros entre las pausas del intenso trabajo, con lo que "se podía ver que no era un hombre normal".

Pero el camino no fue de rosas para Xi. Antes de entrar al PCC, su solicitud fue rechazada varias veces por su legado familiar.

Y luego empezó a un "nivel muy bajo" como jefe del partido en un pueblo en 1974, apunta Geiges. Eso sí, "trabajó muy sistemáticamente" y llegó a gobernador regional de Fujian en 1999, líder provincial del partido en Zhejiang en 2002 y luego en Shanghái en 2007.

Entretanto, su padre fue rehabilitado en los años 1970 tras la muerte de Mao, lo que reforzó su posición.

En el plano personal, Xi se divorció de su primera mujer para casarse en 1987 con la popular soprano Peng Liyuan, entonces más conocida que él.

Para Cai Xia, una antigua dirigente del PCC ahora exiliada en Estados Unidos, Xi "sufre un complejo de inferioridad, al saber que está pobremente educado en comparación con otros altos dirigentes del partido".

Por ello es "susceptible, obstinado y dictatorial", escribió en un artículo reciente en Foreign Affairs.

Pero Xi siempre se ha considerado "heredero de la revolución", asegura Chan.

En 2007 fue nombrado en el comité permanente del Buró Político, el máximo órgano de decisión de China. Y cinco años más tarde llegó a la cumbre, reemplazando a Hu Jintao.

Su currículum no hacía presagiar lo que vino después: represión de movimientos civiles, medios independientes y libertades académicas, presuntos abusos de derechos humanos en la región de Xinjiang, o una política exterior mucho más agresiva que la de su predecesor.

Sin acceso a Xi ni a su círculo, los académicos buscan en sus escritos tempranos pistas sobre sus motivaciones.

La importancia central del partido y su misión "de hacer China un gran país otra vez es evidente desde los primeros registros de Xi", dice Brown.

Esta narrativa presidencial de una China en auge ha causado gran efecto en la población, usando este nacionalismo a su favor para legitimar el partido entre la población.

Pero también es evidente el temor a perder el poder.

"La caída de la Unión Soviética y del socialismo en el este de Europa fue una gran conmoción" para Xi, estima Geiges.

Y su conclusión es que este hundimiento fue por la apertura política. "Decidió que algo así no debe ocurrir en China (...) Por eso quiere un liderazgo fuerte del Partido Comunista, con un líder fuerte", añade.

 

‘La última purga’

El presidente Xi se embarcó en "una última ronda de purgas" antes del importante Congreso del Partido Comunist, usando su amplia campaña anticorrupción para cimentar su poder, indican los analistas.

Cuando fue elegido hace una década, Xi prometió acabar con los funcionarios deshonestos, ya fueran "tigres" con altos cargos o "moscas" de bajo nivel.

Más de 1,5 millones de funcionarios fueron castigados desde entonces, según datos del órgano de disciplina del partido, y la clasificación de China en el índice de percepción de corrupción de Transparencia Internacional mejoró.

Los críticos aseguran sin embargo que esta campaña es una herramienta política para eliminar a los rivales de Xi, entre los que han rodado cabezas en los meses previos al congreso de este año.

Alrededor de 1.100 cargos fueron sancionados desde comienzos de año, según datos del partido.

Entre ellos figuran el antiguo viceministro de Seguridad Pública Sun Lijun y el ex ministro de Justicia Fu Zhenghua, que pasarán el resto de sus vidas entre rejas.

"Esta última ronda de purgas, enmascarada como una campaña anticorrupción, garantizará que Xi tenga un control más estrecho, si no absoluto, de los aspectos políticos y personales" del congreso, dijo Willy Lam, analista político en la Universidad China de Hong Kong.

 

Superpoderes

El cónclave comunista que comenzará este domingo será la extensión del sexto pleno del Comité Central del Partido, realizado el pasado noviembre, para ‘entronizar’ a Xi Jinping en el poder no solo con un tercer y consecutivo mandato, (acabando con las reglas de sucesión continuas desde los 1990) sino para respaldar su ambicioso plan de convertir a China en una indiscutible potencia global.

Para ello, Xi comenzó a implementar una hoja de ruta desde hace una década, cuando fue proclamado presidente del país más poblado del mundo. Con claras y fuertes políticas en todos los ámbitos comenzó a instaurar una nueva era a nivel doméstico, sin descartar el internacional, para el cual prevé el establecimiento de un nuevo orden mundial en alianza con Rusia y probablemente India.

Analistas y biógrafos destacan que busca pasar a la historia no sólo como el hombre más grande de China en el siglo XXI, sino superar a antecesores que dejaron impronta, tanto en el Partido Comunista como en el país: Mao Zedong y Deng Xiaoping.

En la celebración del primer centenario del partido, que llevó a la mencionada reunión del pleno del Comité Central Xi Jinping logró dos de sus más grandes objetivos:  un firme espaldarazo a sus planes de seguir al mando, pero ahora con ‘superpoderes’ y la aprobación de una resolución que ratifica el documento que sobre los Principales Logros y Experiencias Históricas del Siglo de Lucha del Partido, una mirada tanto hacia atrás como hacia adelante presentada por el propio mandatario, la tercera de este tipo que emite el partido desde su fundación.

En ese cónclave de noviembre pasado y el Congreso de esta semana se exaltará el liderazgo de Jinping, a quien definen como “un hombre de pensamientos y sentimientos profundos, un hombre que heredó un legado pero que se atreve a innovar, y un hombre visionario comprometido con el trabajo incansable"./