Un salto a la leyenda | El Nuevo Siglo
Foto archivo AFP
Domingo, 9 de Diciembre de 2018
Carlos Higuera

Nunca ha sentido el deporte como una camisa de fuerza en la que la única opción es ganar, y aunque siempre habló de la ilusión de hacerse con una medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Rio de Janeiro en 2016, Caterine Ibargüen dejó claro que no era “una obsesión”.

Tampoco se convirtió en motivo de presión la seguidilla de 34 victorias que logró a lo largo de tres años y medio, entre 2013 y 2016. Por el contrario, siempre tuvo claro que en cualquier momento iba a sufrir una derrota, como en efecto ocurrió ante la kazaja Olga Rypakova en Birmingham.

Ese “regreso a la tierra”, lo aprovechó para fortalecerse y presentarse a los Olímpicos despojada de cualquier tensión y logró lo que toda Colombia esperaba de ella y de Mariana Pajón: la medalla de oro.

“Quiero esa presea, pero si no llega, habrá otra oportunidad”, dijo en Medellín unos pocos días antes de viajar a Brasil. Pero ella sabía que se había preparado de la mejor manera y que la opción era latente.

Sin embargo, no es el oro olímpico la única gran conquista de la hoy Atleta del Año. No. A sus 34 años ya suma seis título en la Liga Diamante, en donde es toda una reina, más medallas en Juegos Bolivarianos, Centroamericanos, Panamericanos y hasta otra olímpica, una de plata en Londres en 2012.

En su mente está ahora la justa de Japón en 2020, sin dejar de lado otros compromisos, entre ellos la Liga Diamante y torneos regionales, aunque con la mira puesta ya no solo en el podio del salto triple, sino que añadió el del salto largo.

Una de las razones por las que conquistó el trofeo de Atleta del Año, entregado por la IAAF el pasado martes en Mónaco, fue su doble corona en la Liga Diamante y otra, la presea dorada en los Centroamericanos de Barranquilla.

La mujer

Caterine no solo es admirada por sus logros deportivos. La deportista de 34 años de edad, nacida en el municipio antioqueño de Apartadó, ha sabido ganarse el corazón de los colombianos por su sencillez y al mundo por esa sonrisa que siempre la acompaña y que en ocasiones la hace acreedora de regaños por parte de su entrenador Ubaldo Duany.

Y es que si el salto es muy bueno, ella ríe; si es regular, también lo hace, y si es malo, oculta su desencanto en una sonrisa que el público aplaude y le da ánimos para que el siguiente sea mejor.

Desde niña, cuando tenía 12 años, ya sabía que iba a ser deportista. Pero a la vez quería estudiar. Y lo hizo, hoy tiene un título profesional como enfermera, otorgado por una universidad de Puerto Rico, en donde además conoció al amor de su vida, Alexander Ramos, con quien se casó.

Su infancia, marcada por la separación de sus padres a causa del conflicto armado, le dejó muchas enseñanzas y la ayudó a madurar y ser mejor persona y una deportista que siempre está dispuesta a firmar un autógrafo, tomarse una foto o conceder una entrevista.

Además, sus 1,82 metros de estatura, su cabellera larga, su risa y su figura estilizada, contribuyen para que nunca pase desapercibida.

La deportista

Jugó voleibol pero su destino estaba marcado: tenía que ser saltadora. Su primer entrenador fue Wilder Zapata, quien al ver su potencial le propuso trasladarse a la Villa Deportiva Antonio Roldán Bentancour en Medellín. Allí, en 1996, la tomó el técnico cubano Jorge Luis Alfaro, con quien empezó a perfeccionar el salto de altura.

Los resultados se vieron pronto. Estaba por los 15 años de edad cuando conquistó su primera presea a nivel internacional, un bronce en el Campeonato Suramericano, con una marca de 1,76 m. Para el siguiente año comenzó a ser dirigida por la entrenadora cubana Regla Sandrino, con quien fortaleció su desempeño en esa misma prueba, y muestra de ello fue su primera medalla dorada en los Juegos Bolivarianos de Ambato. A partir de entonces comenzaría a competir en las especialidades del triple salto y salto de longitud en campeonatos de categoría junior. Precisamente, en el triple salto se adjudicó un récord nacional en esta categoría en 2002 con registro de 13,28 m.

Hoy, Caterine ostenta una medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016, dos medallas de oro en campeonatos mundiales de atletismo, una de plata en los Juegos Olímpicos de Londres 2012 y un título panamericano. Ha logrado seis Trofeos de Diamante, tres triunfos en la Copa Continental de la IAAF y en los Juegos Suramericanos. Ha conquistado un total de cinco medallas de oro, tres de plata, y cinco de bronce. Y, ahora es reconocida como la Atleta del Año por la IAAF.

Pero su carrera no ha terminado. Por el contrario, en 2019 seguramente vendrán muchos más logros y ya en 2020, en los Juegos Olímpicos de Japón, podría cerrar con broche de oro su carrera.