Se cuenta de Danton que en los tiempos tumultuosos de la revolución francesa en que vivió, lo primero que hacía todas las mañanas al despertar era preguntarle a su señora: “averíguame qué manifestación hay hoy en París para unirme a ella y apoyar su protesta”.
Con el presidente Petro -cuyo estilo de gobierno se va conociendo mejor todos los días- parece suceder lo mismo. Da la impresión que lo primero que se pregunta al despertar cada mañana es: “¿qué idea provocadora puedo soltar hoy en mi cuenta de Twitter para poner a todo el mundo a hablar de ella, así no se lleve nunca a la práctica”?
La lista de las improvisadas novedades presidenciales es interminable. Si se listaran todas ellas ocuparían la columna entera. Solo quiero mencionar algunas recientes a título de ejemplo:
A la sorprendida Cámara de Comercio de Bucaramanga le dice en tono amenazante que si no facilita la asociatividad rural la va a cerrar; a los que solicitan un proceso ordenado de reforma rural los despacha diciéndoles “mamola”; de los taxistas y de su amago de huelga sale ofreciéndoles una bonificación compensatoria que nadie sabe a estas alturas cómo se va instrumentalizar; a los amigos de la autarquía comercial les dice que se avecina la “renegociación” del TLC con Estados Unidos porque dizque prohíbe sembrar maíz en Colombia, a lo que el ministro de Comercio tuvo que salir a la carrera a corregir a su jefe aclarando que lo que se busca es una modesta revisión y no una “renegociación” del tratado; a los entusiastas manifestantes en un evento sobre economía popular les endulza el oído diciéndoles que se llevarán para el Banco Agrario todos los depósitos que el gobierno mantiene en el Banco de la República y en las entidades crediticias privadas, para consolidar la entidad crediticia más grande del país, superando en tamaño al grupo Aval. En esta ocasión quien tuvo que salir a rectificar a Petro fue el propio ministro de Hacienda, quien en entrevista a la revista Semana aclaró que se trata de una propuesta imposible, pues los depósitos oficiales por ser de corto plazo y por tratarse de recursos transitorios de tesorería no sirven para apalancar el gigantesco programa de crédito anunciado).
Y, por último, quizás molesto con las afanosas llamadas de alerta provenientes de las grandes ciudades capitales que anuncian que sus sistemas de transporte masivo están al borde del colapso financiero, pero olvidando cómo han subido los recibos de la luz últimamente, el presidente soltó inopinadamente la idea de un recargo en las facturas de la luz de todos los usuarios que sirva para que cualquier ciudadano pueda utilizar gratis el transporte público urbano, naturalmente sin tomarse el trabajo de calcular en cuánto habría que encarecer las cuentas de la luz para que este mecanismo resulte suficientes para subsidiar la totalidad del costo del transporte público en las ciudades colombianas.
Lo curioso de todas estas improvisadas propuestas es que al presidente Petro no parece importarle si se llevan a la práctica o no. Si lo tienen que salir a corregir sus propios ministros o no. Quizás él es el primero en saber que muchas de ellas o quizás ninguna llegarán a buen puerto.
Se trata simplemente de echarlas a rodar dos o tres días hasta que la gente y los medios se cansen y, entonces, se les reemplazará con otra. Y así sucesivamente. Esto es lo que el presidente Petro considera que es el gran poder comunicacional del Twitter. Por eso no lo suelta.
La mayoría de estas iniciativas ni siquiera hacer parte del Plan de Desarrollo ni, por supuesto, cuentan con respaldo presupuestal para aterrizarlas en hechos concretos. Pero no importa: se trata de estar en la primera línea noticiosa por unos días y después ya veremos: vendrán otros improvisados anuncios.
Es el estilo de Petro: el estilo Danton.