Bogotá, 18 de julio.
Estimado (su nombre),
Como probablemente usted no me conozca y yo tampoco a usted, voy a presentarme brevemente. Soy mujer, nací y crecí en la Medellín de los 90. De mis papás recibí y sigo recibiendo el mejor de los ejemplos. Fui educada en principios de honestidad, trabajo, disciplina, sentido del otro, fe y libertad. Bogotá me adoptó empezando mis 20. Estudié siempre con determinación y compromiso. Soy una fiel convencida del valor del esfuerzo y de las capacidades individuales productivas. Soy abogada, soy mamá, soy colombiana.
Hoy le escribo porque, aunque no nos conozcamos, estoy segura que tenemos muchas cosas en común y que en estos momentos albergamos preocupaciones similares.
Estoy segura que a usted como a mí, le duele el momento que atraviesa nuestro país. Estoy segura que a usted como a mi, lo indigna ver cómo un gobierno en solo dos años, ha logrado minar gran parte de nuestras condiciones de desarrollo y bienestar. Estoy segura que a usted como a mí, le aterra pensar que llegamos a un punto donde nos quieren vender el cuento de que quienes desangraron a Colombia, quienes tanto dolor nos han producido, de repente son los buenos de la historia; mientras que aquellos que se sacrificaron por mantener el orden y la seguridad, por proteger a las familias colombianas, por liberar a los secuestrados, por impedir atentados terroristas, por combatir en el campo de guerra a los delincuentes, porque pudiéramos volver a recorrer este país, ahora sean los perseguidos. Estoy segura que usted como yo, teme por cuál será el país que vivirán sus hijos y el futuro que les depara.
También sospecho que usted como yo, no está dispuesto a entregarse sin dar la batalla porque el precio es demasiado alto. En Colombia, lo que nos estamos jugando es la supervivencia de un país, del nuestro, los sueños de sus hijos y de los míos, la tranquilidad de los suyos, la libertad. Sé por eso, sin temor a equivocarme, que usted también está lleno de motivos para resistir y para salir a la calle el 20 de julio a decir que con su familia no se meten, que a nadie le ha dado autorización para truncar su destino y que nuestra democracia cuenta con usted como alfil.
Si usted no está dispuesto a que jueguen con su salud, resista y salga a la calle este sábado. Si no concibe que le vayan a confiscar los ahorros de toda una vida de trabajo, resista y salga. Si la plata ya no le alcanza y ahora se sabe amenazado con una nueva reforma tributaria, resista y salga. Si lo enfurece ver como la corrupción se tomó el gobierno con congresistas comprados, ministros amañados y subsidios para la supervivencia del Eln, resista y salga. Si le duele ver como delincuentes terroristas imponen su ley en más del 33% de nuestros municipios, resista y salga. Si le da nauseas ver la bandera del M19 y el sombrero de un asesino convertido en patrimonio nacional, resista y salga. Si lo indigna la humillación a la que el petrismo ha sometido a la fuerza pública, resista y salga. Si para usted es inaudito que el Artículo 109 de la Constitución esté siendo pisoteado y quiere gritar con todas sus fuerzas “Fuera Petro”, resista y salga. Si está hastiado de las amenazas a nuestra Constitución con una Constituyente espuria, resista y salga. Si usted valora la libertad, no quiere recorrer el camino que aún recorre Venezuela y quiere que haya elecciones libres en 2026, resista y salga a la calle el 20 de julio.
No hay que estar de acuerdo en todo ni hay que pretender que quienes estén leyendo esta carta coincidan con nuestras propias motivaciones. Basta con una razón para estar conectados en un mismo propósito, que es la defensa de nuestra democracia y del país. Por eso, como yo sé que en eso sí nos conectamos, lo invito a que nos veamos el sábado 20 de julio a las 2 pm en la Plaza de Bolívar en Bogotá (o en los puntos de encuentro dispuestos en su ciudad), y que como con la selección, con esa alegría, fe y determinación; nos pongamos la camiseta y apoyemos a Colombia en uno de los partidos más difíciles que hayamos enfrentado. El partido por la libertad.
Un saludo,
María Clara Posada