ALFONSO ORDUZ DUARTE | El Nuevo Siglo
Sábado, 29 de Septiembre de 2012

Contraste

 

Quienes no somos aficionados ciegos al fútbol, sino que nos gusta verlo por televisión, ni somos miembros de las llamadas barras bravas que no se contentan con ir al estadio sino que deben extender sus amores a determinado equipo deshaciéndose o mejor poniendo en práctica  sus malos y bajos instintos agrediendo a los contrincantes, rompiendo vidrios, también nos lamentamos del ignominioso fracaso que tuvo el fútbol colombiano en esta semana que acaba de terminar.

Claro que coincidió esta derrota con el anuncio que hicieran las directivas del equipo Los Millonarios en el sentido de hacer público su propósito de renunciar o devolver las preseas o estrellas que obtuvo en años pasados, cuando el manejo de esta actividad deportiva estaba en manos indignas por el origen de los fondos que los financiaban. No fue este precisamente un buen antecedente para la presentación del equipo, que atravesó el Atlántico para homenajear a uno de sus antiguos alineados, Di Stéfano, que ya en el ocaso de su vida deportiva se ha hecho merecedor de reconocimiento como jugador y como caballero, especialmente  por parte del equipo del cual formó parte  hace ya bastantes años.

Surgen entonces algunas preguntas coincidentes entre la presentación amistosa en Madrid, el homenaje a su antiguo compañero de equipo y el partido amistoso con el Real Madrid que terminó en tan estruendoso fracaso. Todos esperábamos una decorosa presentación; qué sería la que la obcureció. ¿Desgano de los jugadores de la escuadra que se deshicieron del pundonor y más bien tomaron la confrontación como una ocasión para ir a pasear a la Madre Patria? ¿Sería más bien que dolidos por el desconocimiento de los méritos de su equipo que aunque oscuramente financiado o manejado obtuvo en sana y correcta lid y los actuales directivos pretendieran desconocerlos? ¿O sería que estaban convencidos de que los triunfos de calendas pasadas no fueron ganados en buena lid y las confrontaciones previamente arregladas? Vaya alguien a saber qué los movió a comportarse en forma que la ciudadanía rechazó triste y descorazonada. Como no todo ha de ser lamentable es necesario reconocer que la prensa, los periodistas encargados de cubrir estas noticias, no hicieron de este incidente lamentable un drama para la Nación.  En fin, está bien decir que esta es una página que hay que doblar sin que se pueda desconocer la desazón y tristeza que causó.

Pero bueno, esa desazón, en contraste, fue llevadera gracias al Premio Jiménez de Quesada que la Sociedad de Mejoras y Ornato tuvo a bien entregarle al ya famoso Tren de la Sabana, del cual fue promotor  Belisario Betancur en su época de Presidente. Este es quizás el único servicio ferroviario que ha desafiado las inclemencias generadas por el desgano oficial por este medio de transporte. El alma, técnica y administrativa de este tren,  atracción turística para Bogotá y también para Colombia, pues conduce desde la capital hasta Zipaquirá por la linda Sabana de Bogotá, es el ingeniero Eduardo Rodríguez Ardila, apóstol y enamorado de los ferrocarriles. En forma silenciosa pero efectiva es el promotor del tren de cercanías para los estudiantes de la U. Nueva Granada entre Bogotá y su sede en Cajicá, con servicio diarios.