En Estados Unidos, la tensa división entre proteccionistas y partidarios del librecambio ha marcado parte importante de su historia y hoy toma un nuevo rumbo con la defensa de los aranceles por parte de Donald Trump.
Esta posición se pudo constatar durante la Convención del Partido Republicano, que concluyó en Milwaukee el jueves. Trump, en compañía de su vicepresidente J.D. Vance, un admirador del proteccionismo, dijo que subiría los aranceles para proteger la industria nacional. La imposición de tarifas sería mayor a la que decidió en su primer mandato y podría tener muchas más repercusiones para los mercados, que ya vivieron “la guerra comercial” entre EE. UU. y China.
Hamilton
Los republicanos, aunque algunos asuman que el libre-mercado ha sido parte del núcleo de sus ideas políticas, en varios episodios de la historia han defendido el proteccionismo, como recuerda Jeffrey Williamson, profesor emérito de economía de la Universidad de Harvard. “Esos librecambistas del sur eran demócratas, en su mayoría, y los proteccionistas, republicanos. Algunos apodaron al GOP los “Grand Old Protectionists”, comenta para un artículo en la revista “Market Place”.
“Por supuesto, para los republicanos y para la opinión mayoritaria en el siglo XIX y principios del XX, estar a favor de los aranceles era ser estadounidense”, dice Williamson. Y es que así también lo veía Alexander Hamilton, uno de los padres fundadores de Estados Unidos, quien inspiró al Partido Republicano por sus tesis a favor del proteccionismo
El historiador Eric Rauchway, de la Universidad de California en Davis, dice que Hamilton creía que para que Estados Unidos pudiera competir con un sistema de fabricación británico superior, tendría que elevar tanto los aranceles a las importaciones “que los estadounidenses se negarían a comprar textiles británicos en favor de los productos estadounidenses inferiores”.
Para entender los tiempos de ahora, Hamilton nos da algunas pistas sobre lo que pensaban los políticos republicanos de aquel entonces y cómo el partido parece estar abandonando las tesis a favor del libre-mercado que inspiraron a políticos como Ronald Reagan y George Bush padre hace 45 años.
El partido, como se vio en Milwaukee, se viene desligando de Reagan y sus tesis a favor de un estado-limitado y pocos impuestos, y empieza a inclinarse por Hamilton, el proteccionismo y los subsidios. Un cambio total que ya venía fraguándose desde el primer mandato de Trump, pero que se puede intensificar si el líder populista llega a convertirse en el 47° presidente de los Estados Unidos, en noviembre.
“El Partido Republicano de hoy es casi irreconocible para algunos funcionarios del GOP de larga data, que han acusado a Trump de abandonar los principios fundamentales del reaganismo”, escribía este viernes “The Wall Street Journal”. Ciertamente, Trump no sólo ha dejado claro que cree en el proteccionismo como mecanismo para generar prosperidad económica. También ha dicho que su historial es “mucho mayor que el de Ronald Reagan”.
Los proteccionistas
Donald Trump ha estado acompañado de una serie de asesores económicos que influyen en su posición a favor de los aranceles. El grupo lo lideran su antiguo jefe de Comercio, Robert Lighthizer, y su antiguo director de Presupuesto, Russ Vought, dos personas que desde la campaña de 2016 suelen defender la imposición de tarifas contra bienes importados.
En esta elección presidencial, que se define en noviembre, Trump ha propuesto un arancel general del 10 % sobre los bienes importados y ha insistido en que a China le va a imponer un arancel mayor, por sus permanentes violaciones a los acuerdos comerciales.
Sea cual sea el argumento económico a favor de los aranceles, lo cierto es que la mayoría de los ciudadanos apoya la imposición de tarifas para proteger la industria nacional. Según una encuesta de 2023 del Chicago Council on Global Affairs, un centro de pensamiento, el 66 % de los estadounidenses cree que el gobierno debería imponer restricciones a los bienes extranjeros importados para proteger los empleos en el país, frente al 60 % en 2018.
Pierde el comercio
Varias escuelas económicas en los Estados Unidos y Europa han sostenido, desde hace décadas, que la imposición de aranceles termina trayendo el efecto contrario al esperado. Los aranceles no sólo aumentan el costo de los productos en el consumidor final, sino que distorsionan el mercado y terminan vulnerando un principio básico del libre-mercado: la libertad para comerciar.
Para la revista “The Economist”, que defiende desde hace más de 181 años el liberalismo y el libre-mercado, “las consecuencias de una segunda presidencia de Trump para el comercio mundial serían graves y duraderas” por la su visión proteccionista.
Durante su primer mandato, el hoy aspirante por segunda vez a la Casa Blanca empezó poniendo una serie de aranceles a las lavadoras y los paneles solares en 2018. Luego, siguió con el aluminio y el acero hasta llegar, uno meses después, a los productos chinos. Los aranceles sobre las importaciones chinas aumentaron del 3 % al 19 %, calcula el Peterson Institute for International Economics, un centro de estudios.
Terminada la presidencia de Trump, la Comisión de Comercio Internacional de Estados Unidos (Usitc, en inglés), una agencia bipartidista, descubrió “que las industrias que dependen de los productores protegidos por los aranceles se enfrentaban a precios más altos de los insumos y a una menor rentabilidad. El Instituto Peterson calculó que, en efecto, los usuarios del acero pagaron 650.000 dólares más por cada puesto de trabajo creado en la industria siderúrgica”.
Si Hamilton alguna vez dijo que la defensa del proteccionismo era casi como un asunto religioso, Donald Trump, claro favorito a volver a la Casa Blanca, no está muy distante de esta tesis y hoy busca consolidar un nacional-conservatismo basado en los aranceles y el aislacionismo que satisfaga a sus bases en zonas pobres desindustrializadas y golpeadas por la globalización.
* Analista y consultor. MPhil en Universidad de Oxford.