Semana de pasión
La semana anterior estuvo plagada de acontecimientos, de hechos que han tenido en vilo tanto a la opinión nacional, así como a la internacional especialmente a la latinoamericana que es aquella que más de cerca nos toca por afinidad o porque ahora los fenómenos políticos y sociales son tan vertiginosos que lo que sucede en ciertas latitudes puede reproducirse en otras. Como ejemplo puede citarse lo que ha acontecido en África que ha dado al traste con gobiernos y regímenes que se consideraban inexpugnables pero que a la hora de la verdad lo fueron. Siria también está siendo objeto de las inquietudes que dieron al traste con los mandatarios de Libia y Egipto, pero su mandatario se resiste sin que le interese mucho el precio de su empecinamiento.
En nuestras cercanías al presidente Lugo del Paraguay, conforme a las normas constitucionales de su país, fue alejado del mando por razones que el Congreso consideró válidas y adecuadas para ello. El mismo afectado una vez fue destituido, reconoció, aunque no compartió, que su destitución se había realizado conforme a lo que indican las normas supremas aplicables. No se entiende entonces por qué los amigos de Lugo sostienen que fue alejado del poder violentando las normas democráticas. Vaya, vaya. ¿Será que otros mandatarios prevén que algo de ese estilo les puede suceder y quieren de una vez protegerse? Todo allá se realizó conforme a sus normas básicas de comportamiento democrático, opinar formalmente sobre ello bien puede constituir la injerencia extranjera en asuntos internos de un país.
El frente nacional no ha estado desprovisto de asuntos de vital importancia para la vida del país. Sea lo primero mencionar la seria enfermedad que sufre nuestro vicepresidente Angelino Garzón; él se ha hecho acreedor al afecto y consideración de los colombianos entre los cuales me cuento, lo cual no significa que comulguemos con él en la manera como cree que debe conducirse el Estado. Es un ciudadano batallador y vástago de la estirpe de sus propios hechos. Deseamos su pronta y total recuperación. En otro terreno la acusación al general Santoyo nos ha llenado de vergüenza; ojalá las sindicaciones de la cual es objeto, las pueda desvirtuar y la humillación a la cual por ahora ha sometido el país pueda ser superada.
La famosa modificación de nuestra Constitución conducente a hacer más eficiente nuestra justicia, ha terminado en un bochorno del cual no habíamos sido objeto antes en nuestra historia. Nos pusieron a dudar, una vez que se supo la profundidad de lo que se discutió y aprobó, en la idoneidad de los tres poderes públicos: ejecutivo, legislativo y judicial. Parece que va a ser muy difícil ubicar responsabilidades, pero el ejecutivo difícilmente se salva. Por las declaraciones de Juan Carlos Esguerra en quien, quienes lo conocemos, identificamos en él a un gran profesional del derecho y a una persona íntegra, le hicieron la operación estando parado sin que se diera cuenta. Algo parecido puede decirse del presidente Santos.
No ha sido para el Gobierno una semana fácil, más bien la más difícil de su mandato. Bien puede calificarse como semana de pasión por los serios traumatismos que ha causado su proceder en los ciudadanos.