Andrés Molano Rojas* | El Nuevo Siglo
Lunes, 16 de Marzo de 2015

Fuera del radar

 

A veces hay tanto ruido que resulta difícil percibir el sonido de pequeñas cosas que, a la postre, pueden tener enormes repercusiones en el futuro.  Demasiado preocupados con las tormentas, analistas y líderes políticos pasan por alto las lloviznas.  Y, sin embargo, el verdadero talento estratégico estriba en identificar la turbulencia que anida tras la apariencia anodina de algunos acontecimientos.  La peor amenaza, el peor peligro -lo saben muy bien los navegantes- es el que no aparece en los radares, el que sólo el curtido estratega es capaz de intuir en el olor del aire o en el ligero murmullo de las aguas.

Muchos celebran el avance iraquí sobre Tikrit. Es un bálsamo en medio de la alarma que se enciende con la expansión del Estado Islámico en el norte de África -aprovechando el caos en que Libia se encuentra sumergida-, su alianza con Boko Haram -demasiado vivo aún, no obstante la ofensiva multinacional africana apoyada por Occidente-, y la destrucción inclemente de la memoria de la humanidad que sirve tanto a la propaganda como al financiamiento del pretendido Califato. Pero hay algo fuera del radar que no debería sobreestimarse: cada progreso ante el Estado Islámico desgarra aún más la frágil cohesión de un disfuncional y desvertebrado Estado iraquí.  Chiitas respaldados por Irán, sunitas agraviados por más de una década de exclusión política, y kurdos empoderados: ¿podrá Iraq sobrevivir a la presión de semejantes fuerzas centrífugas?

En Europa Oriental, más allá de que la anexión de Crimea por parte de Rusia sea un hecho consumado, y teniendo como telón de fondo el reciente acuerdo de Minsk -una ficción que se mantiene por necesidad y no por eficacia-, la asertividad rusa parece haber abierto una caja de Pandora. Los Estados bálticos anuncian un aumento importante de su gasto militar -y Lituania, además, el restablecimiento del servicio militar obligatorio-. En Polonia empiezan a proliferar las asociaciones paramilitares.  Y en lo que antaño fuera el “cordón sanitario” establecido para impedir el contagio del bolchevismo, medran por igual la suspicacia y el nacionalismo.

Washington reprocha a Londres su participación en el nuevo invento chino: el Asian Infrastructure Investment Bank. Acaso sea por ahí, por la creación de una nueva institucionalidad, por donde venga el verdadero desafío chino al orden internacional existente.  Y quizá la mejor manera de contenerlo sea involucrándose con ellos, antes que mantenerse al margen o pretender aislarlos. Pero hasta ahora, en el radar de muchos, sólo aparece la disputa por el control de las Senkaku.

*Analista y profesor de Relaciones Internacionales