Balance del Plan de Desarrollo de Bogotá | El Nuevo Siglo
Martes, 2 de Junio de 2020

Finalmente es aprobado el Plan de Desarrollo por la plenaria del Concejo de Bogotá, tras más de treinta horas de debate, que cumple con el tiempo en gran medida por la voluntad de votar una buena parte del articulado en bloque o en grupo. De modo que entra en vigor el Plan Distrital de Desarrollo 2020-2024, con el nombre: “Un Nuevo Contrato Social y Ambiental para la Bogotá del siglo XXI”.

La presentación inicial de febrero por la declaración de la pandemia por el Covid-19 tiene la introducción a posteriori de una sección dedicada a  las Estrategias para el manejo de sus impactos sociales y económicos, que se consideran suficientes para responder en los cuatro años siguientes, aunado a la inyección de gasto público en proyectos de infraestructura de movilidad.

No obstante, en medio de la incertidumbre y de la recesión del Gran Confinamiento, (nombre del FMI), la administración central y el Concejo prácticamente concibieron un escenario posible de post-pandemia en forma de “v”, que guarda esperanza, en el sentido que acepta una caída abrupta pero un rápido repunte de la economía.

De ahí, tal vez, que no se aceptara imprimir desde el título del Plan, su orientación hacia “la nueva normalidad”, propuesto en Ponencia de Gloria Díaz.  No obstante, es un concepto que la misma alcaldesa maneja y que el Concejo fue asimilando. Esperemos que el escenario posible de recuperación sea al menos en “u” y no se tengan que revaluar los efectos sociales y económicos, como recursos mayores en atención de salud y necesidades primarias.

Suele decirse que los Planes de Desarrollo se parecen arbolitos del navidad a los cuales se les cuelga toda clase figuras y colores. Este no fue la excepción, ante lo cual varios concejales aducían la necesidad de llevarlo al trabajo legislativo como balance democrático. De ahí que aunque en su gran mayoría se aprobaron, dio lugar a la propuesta de varias supresiones, al menos para dejar constancia. Entre ellos la creación del Operador de Transporte Público.

Es cierto que el Nuevo Contrato Social pone en el imaginario la concepción de la economía del cuidado, con el Sistema Distrital de Cuidado, pero es de esperar que a futuro se perfecciones y sea más integrador, y no llegue a ser visto sólo como el pago del trabajo doméstico de cuidadoras. También incluye la participación ciudadana como alternativa en varios y distintos escenarios.

El Nuevo Contrato Ambiental generó un buen debate. Muchos concejales salen contentos por “frenar el Transmilenio por la Séptima” en cuanto aprobaron un corredor verde. Sin embargo para muchos esto está en la decisión del juez. Igual pasa con el Relleno de Doña Juana, donde varias de las atribuciones pueden ser no propiamente del Concejo. Se le dio más importancia al registro de las bicicletas, las ciclorrutas y los incentivos a su uso y el sendero de los Cerros Orientales y la Van der Hammen tienen una connotación distinta a la era Peñalosa.

En realidad hay mucho de construcción sobre lo construido, en especial en la continuidad de obras de infraestructura vial y nuevas concepciones en economía del cuidado, participación ciudadana, acciones positivas hacia las mujeres, ingreso mínimo vital y focalización de vulnerables ocultos que pueden estar cayendo en empobrecimiento. Hay deseo de incluir la capacidad de pago en las encuestas, sin embargo, aquí el trabajo de campo y la comunicación tienen que acompañarlas, pues es cuestión de fotografías instantáneas ante el rápido cambio de las circunstancias.

 *Presidente Corporación Pensamiento Siglo XXI

uribemariaelisa@gmail.com