Café: la aventura | El Nuevo Siglo
Jueves, 6 de Julio de 2017

Los cafeteros del mundo, consumidores, cultivadores, exportadores e importadores, tienen ojos puestos en Colombia.

Hace 90 años nació la semilla que germinó y cosechó en una institución llamada Federación Nacional de Cafeteros.

Esos frutos rojos del cafetal que dan sustento a 550 mil familias campesinas son el abono diario a una civilización donde se respiran emprendimiento y sentido de pertenencia.

Visionarios sentaron las bases para que en 1927 comenzara a edificarse la institucionalidad del gremio cafetero representado en su Fedecafé. Líderes convencidos de la importancia de fijarle reglas de juego a una industria que era promisoria y marcaba el núcleo de la economía nacional.

Es, sin duda, la FNC la entidad mejor concebida durante la historia económica nacional. Incluso, es un modelo a seguir por parte de los demás países productores del grano que han carecido de la solidez de una institución que los ampare y represente.

La premisa de los fundadores de la Federación era defender al cafetero, asegurarle un ingreso justo por su cosecha, valorar su trabajo y darle sustento a su actividad en las fincas.

La FNC ha sido en nueve décadas aliada de los caficultores. El café de Colombia está ligado a su Federación. No se concibe una industria cafetera nacional sin su institucionalidad.

Los cultivadores del bebestible construyeron su industria de la mano de su gremio.

Podría decirse que Colombia fue y es café gracias a su Federación. Toda una aventura cafetera.

Remembranzas de Mariano Ospina, Manuel Mejía,  Arturo Gómez, Jorge Cárdenas Gutiérrez, Gabriel Silva, Luis Genaro Muñoz y Roberto Vélez, consolidan una historia cargada de café suave de nuestras agrestes montañas.

En momentos en que economía colombiana es frágil y padece desaceleración, desempleo, bajo consumo y nerviosismo inversionista, caería bien a Gobierno y empresarios, moldear ideas de expansión y solidaridad como las que animaron a la dirigencia cafetera.

Colombia cuenta con una civilización incluyente donde minifundio y rentabilidad del negocio es de todos: el café.

En tempos atrás Colombia era café o no era.

Caficultores son forjadores e innovadores y aún en las peores crisis del mercado mundial cafetero, aguantan, sufren y se vuelven a reponer.

La vida en el campo no ha sido fácil. Sin embargo, en los cafetales ha sido menos complicada debido al tesón y sentido de pertenencia de caficultores.

Cafeteros nacen, viven y mueren en sus cafetales. Es lo que saben hacer, sembrar, beneficiar, recolectar y comercializar su grano.

En épocas de bonanza la FNC capitalizó su Fondo Nacional del Café para garantizar precio de sustentación. A los cultivadores siempre se les ha comprado su cosecha.

Los comités de cafeteros con servicios de extensión han sido aliados de los productores. Los asisten y guían en sus prácticas culturales, beneficio del café, control de roya y broca, y siembra de variedades óptimas para satisfacer consumo mundial con bonificación sobre precio externo.

Mención especial a un zar del café que aún predomina con inteligencia, sencillez, gran señor y mejor amigo: Jorge Cárdenas Gutiérrez.