CARLOS ALFONSO VELÁSQUEZ | El Nuevo Siglo
Lunes, 1 de Octubre de 2012

Oportunidad de mejorar debates sobre el aborto

 

Todo  parece indicar que nos aproximamos a momentos clave en el debate sobre si conviene o no al bien común público despenalizar el aborto. El Ministerio de Justicia llevará el asunto al Consejo de Política Criminal, el Procurador propone convocar un Referendo para que lo decida el Constituyente primario…en fin. El punto es que el tema llegó esta vez a la agenda pública para quedarse, lo cual constituye una oportunidad para mejorar la calidad del debate democrático.

Y lo anterior es positivo para el país pues uno de los rasgos de la cultura dominante es la tendencia de la “opinión publicada” a no llegar a las raíces o principios que expliquen satisfactoriamente enfermedades sociales como el aborto. De aquí se deriva la sensación de impotencia para combatirlo pues muchos pretenden afrontarlo con la mirada puesta en sus consecuencias y no en sus orígenes. Y esto porque en la mayoría de medios de comunicación no existe capacidad para enjuiciar la realidad desde una perspectiva abarcadora que la explique coherentemente.  

Evidencias de dicha incapacidad saltan a la vista: si detectamos corrupción administrativa consideramos que la solución está en liquidar las entidades corruptas; si aumenta el número de crímenes perpetrados por adolescentes, consideramos que la solución consiste en rebajar la edad penal; si el problema es el hastío con los actos violentos que a diario registran los noticieros, creemos que mejoraremos si prohibimos “espectáculos violentos” como las corridas de toros; si aumentan “los embarazos no deseados”, pensamos que la solución está en repartir condones o en legalizar el aborto con la pretensión de legitimarlo hasta convertirlo en “derecho fundamental”. Y así llegamos a una sociedad que no se plantea el por qué de las cosas, ni los motivos que nos han llevado a una situación deteriorada, una sociedad que no se detiene a pensar cómo salir del pozo y obtener una mejor calidad de vida.

Esta incapacidad beneficia a varios políticos y líderes de opinión que han hecho del combate de los problemas sociales en sus consecuencias su coartada predilecta. Es que cuando se mantiene el juicio sobre la realidad en un plano contingente, se aviva la bulla ideológica evitando así arribar al fondo de los asuntos problemáticos. De esta manera se evaden las raíces de los problemas con argumentos “utilitaristas” y/o “emocionales” del tipo “formas eficaces del control de la natalidad” o “¿por qué traer al mundo una persona que va a sufrir la pobreza?”. De esta manera se impide que la gente llegue a saber dónde se halla el meollo del problema por concentrarse en elegir entre las soluciones circunstanciales que se le ofrecen.

Ojalá pues en esta ocasión primen argumentos derivados de respuestas a interrogantes como, por ejemplo, ¿es el feto una especie de extensión del cuerpo de la mujer? ¿Es cada vida humana una novedad irrepetible que tiene siempre algo que aportar a los demás? ¿Contribuye al bien común público relativizar la vida humana?