Cien veces | El Nuevo Siglo
Lunes, 13 de Mayo de 2024

Cien veces he repetido este mismo ritual, cada quince días, desde hace cuatro años. Cien veces me he sentado frente a la pantalla en blanco y me he preguntado si tengo algo interesante que escribir y si acaso hay alguien que esté interesado en leer. La respuesta, cien veces, ha sido sí, por eso hoy llego a la columna número 100.

Empecé a escribir en este espacio a mediados del 2020, en plena cuarentena. La columna se convirtió en una tabla de salvación en medio de la crisis que había provocado en mí la pandemia. Un día, agotada, colapsé. No fui capaz de trabajar más, solo quería dormir. ‘¿Y ahora qué vas a hacer?’, preguntó Germán. ‘No sé’, respondí. ‘¿Qué quieres hacer?’, insistió mi amigo.

Hice una pausa. Para ese momento de mi vida ya había sido muchas cosas, profesora de música, chelista en una orquesta, profesora universitaria, gestora cultural en el sector público, directora de proyectos en mi empresa, investigadora académica y directora de proyectos nacionales y distritales. Había vivido en tres países y trabajado en los rincones más recónditos de Colombia y de Bogotá. ‘Quiero calma’, dije, buscando aún la respuesta, y luego proclamé, ‘quiero escribir’.

Unos días después, Juan Gabriel Uribe, director de El Nuevo Siglo, me invitaba a emprender esta aventura que hoy suma 4 años, 100 columnas y 50.000 palabras. Al principio creí que era un error, pues el periódico tiene una reconocida trayectoria difundiendo el ideario conservador, y pensé que mi forma de ver el mundo no encajaría. ‘Queremos abrir espacio a otras voces y otras perspectivas’, dijo él, animándome. ‘Usted escriba y utilice este espacio con responsabilidad, que nosotros siempre vamos a respetar su opinión', concluyó. Así ha sido. La relación de esta columna con el periódico que la acoge es una bella demostración de pluralismo que hoy quiero agradecer públicamente.

Durante estos años, aferrada a esta columna he aprendido una manera de asomarme al mundo. Desde que la escribo tengo la extraña obsesión de buscar siempre un enfoque poético para observar y narrar la realidad, así sea en su versión más cruda y descarnada, o en la más común y cotidiana. No sé bien por qué lo hago, pero de tanto que ha ocurrido, este fue volviéndose en un espacio de opinión poética; si es que algo así puede existir.

Al mismo tiempo que escribo para los demás encuentro un refugio para mí misma. Esta se ha convertido en mi forma de situarme frente a lo que ocurre, de reconocer lo extraordinario en los actos más mínimos, de asimilar hechos terribles y, a la vez, de abrir rendijas y encontrar luz, aún en los momentos más oscuros. Cien ya son muchas, pero aún siento las mismas mariposas de la primera vez. ¿Seré capaz de continuar y de mantener esta misma emoción con la que escribo?, ya veremos. Por ahora, lo único que se me ocurre decir a quienes me han acompañado con su lectura, en este camino, es gracias. Mil veces, gracias.

w@tatianaduplat