Clima de armonía y cultura | El Nuevo Siglo
Domingo, 5 de Noviembre de 2017

Cómo anhelamos los colombianos, prácticamente todos, armonía y paz. Pero sembramos discordia al querer implantarlos por caminos distintos, y hasta opuestos, queriendo encontrarlas con discutibles, peligrosas y reñidas propuestas. Algo que debidamente utilizado debe llevar a épocas de paz y de progreso es el mensaje cristiano del amor fraterno y de estima de la dignidad humana, recordada por el Papa Francisco al visitar nuestra Patria. Pero muchos que se presentan como sembradores de paz y con aplausos al Pontífice, son a la vez autores de leyes contra la vida inicial o terminal de los humanos, y, algunos, hasta se glorían, de ateísmo, y de llevar hacía “avances” nacionales pisoteando el mensaje el Crucificado.

La roca firme de la civilización cristiana, que sería piso granítico propicio para sólidas armonía y paz, es despreciada por muchos, así como el cultivo de la cultura también está llamada a ser base de positivo entendimiento. Afortunadamente, al tiempo de aquella mala actitud, salta a la memoria el gran bien que han traído al mundo y a las naciones los mensajes religiosos y culturales. Esto trae gozo íntimo, lo mismo cuando grupos selectos lo ponen en alto, pero entristece cuando se percibe el miope desprecio de esos bienes y se hacen pregones adversos de parte de algunos, con ínfulas de líderes. Es preciso estimular a los primero y hacer vacío a los empeñados en llevar a las presentes y futuras generaciones por sendas nefastas que nada positivo pueden aportar a las naciones.

Existen, en Colombia y en el mundo, beneméritas organizaciones que se dedican, con constancia y edificante entusiasmo, sin intereses personalistas ni de lucro económico, a mantener en alto los valores que venimos destacando, sin dejarse acomplejar al ser llamadas “tradicionalistas”. Academias del Arte, de la Música, de la Ciencia, de la Historia o de la Lengua, nos regalan con oportunos avances y exaltaciones de aquellos quijotes, que, con prístinos sentimientos, han consagrado días y años al cultivo de esos invaluables  temas.  Ejemplo de ésto hemos tenido, en los últimos meses, de parte de la Academia Colombiana de la Lengua,  cuando, sin derroche de publicidad ni ánimo protagónico, ha destacado grandes méritos de ese valor, riqueza de tantas naciones, a consagrados servidores patrios como el Cardenal José de Jesús Pimiento (07-07-17), al pluriprofesional Carlos Rodado Noriega (12-10-17), y al Sacerdote Diego Jaramillo (27-10-17).

Tomando ocasión de esos momentos, es destacar el prestigio que ha dado esa entidad a Colombia que fue su fundada por el gran escritor José María Vergara y Vergara (1871), con Presidentes de la talla de Don Miguel Antonio Caro y Marco Fidel Suárez. Importante haber tenido en la Presidencia al Sacerdote Jesuita Félix Restrepo Mejía (1955 a 1965), quien impulsó la construcción de magnifica sede para la entidad, siendo, a la vez, como muchos destacados eclesiásticos, maestro de varias generaciones, con huella profunda en la cultura. Impresionante, en el aula máxima, el retablo majestuoso con representación de “La Exaltación de la Literatura Hispanoamericana”, y estatuas de eximio cultores de la lengua.

Religión y ciencia han sido presentadas unidas por Pontífices, y entrelazadas por prestantes figuras como el sabio José Celestino Mutis. Religión y cultura hermanadas en torno a la lengua española con  Caro, Suárez y el Padre Félix. Qué importante mantener en alto ese clima de unidad entre valores tan positivos de todas las épocas, fundamentando y no desterrando de nuestras gentes esa armonía que lleva una cultura sin complejo de estar impregnada por la fe, como las hemos tenido en Colombia. Esto ha llevado a los justos reconocimientos que hemos resaltado al ponerlos en alto impulsando tan saludable labor en clima de armonía y cultura, camino de paz.

*Obispo Emérito de Garzón

Email: monlibardoramirez@hotmail.com