La Séptima Papeleta es un antecedente histórico -1990- que deja constancia del deterioro de la doctrina del Derecho Constitucional, en la medida en que, a partir de esa iniciativa “revolucionaria”, patrocinada por el “revolcador Gaviria”, ahora desacreditado en exceso, abrió una puerta para ingresar por las vías de hecho a la norma fundamental del Estado y acomodarla, incoherentemente, a las teorías del neoliberalismo de los improvisados constituyentes. Por supuesto que esta observación no quiere decir que la colcha de retazos que conformaba la Carta de 1886 no reclamara un juicioso examen.
El comentario viene a cuento a raíz del libro que lanza al público el profesor Ricaurte Losada Valderrama, “Los errores del 91”, texto que guarda estrecha relación con el proyecto que siendo él senador de la República, en 1995, intentó promover para que, oportunamente, se rectificaran lo yerros registrados en la obra de la Asamblea Nacional Constituyente, convocada con apoyo en una norma del Estado de Sitio.
El maestro Losada sugiere en su estudio implantar unas disposiciones que reduzcan el Congreso, adoptando un sistema unicameral y, además, para consolidar el equilibrio de poderes “sería conveniente establecer un régimen semiparlamentario, en reemplazo del presidencialismo”. Y a este respecto estima que sería necesario que la oposición pueda promover la moción de censura. Si el gobierno es derrotado, debe presentar su dimisión”.
Y aquí viene otra propuesta. Acabar con la vicepresidencia y regresar a la época de la designatura. “Además, una posibilidad que debe ser considerada, es la de abolirle el cargo -de vicepresidente- en razón a que a lo largo de nuestra historia, cuando ha existido, ha generado problemas”. En cuanto a este comentario no está cerrado. Los conflictos entre Santander y Bolívar aún tienen secuelas y qué no decir de lo sucedido entre Manuel Antonio Sanclemente y José Manuel Marroquín, acontecimiento que condujo a la perdida de Panamá, por esa confabulación entre liberales y conservadores que dio lugar a un “golpe” de estado.
En la novedad de la Carta del 91 ya hay pasajes que enseñan que la incompatibilidad entre el presidente y su potencial reemplazo, es un nexo que alimenta rivalidades y deslealtad. En esto tiene razón el profesor Losada, es mejor prevenir que tener que lamentar.
En España, ahora la relación entre el nuevo Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez y su colega, la vicepresidenta Carmen Calvo, pronostican algunos que no será muy amable y todo por cuanto su militancia feminista no guarda mucha armonía con las ideologías del PSOE, conflictos íntimos que podrían estimular rivalidades contradictoras.
Pero claro está que en Colombia la institución de la vicepresidencia no tiene una larga tradición, De La Calle disgustó con Samper y Garzón con Santos; Vargas Lleras se mantuvo a la sombra pelechando los beneficios que lo rajaron en el combate por el poder que ambicionaba.
De todas maneras el escrito comentado vale la pena leerlo, en este episodio histórico que ahora comienza.