Próximamente vamos a empezar a discutir, con intensidad, en Colombia sobre asuntos fiscales. El nuevo gobierno ha dicho que querría que su proyecto de reforma tributaria sea aprobado antes del 31 de diciembre de 2018. Y es indispensable que así sea, pues, debe recordarse, cualquier modificación que se haga a la legislación sobre tributación directa debe ser aprobada antes del 31 de diciembre del año anterior al que empiece a regir. Es decir, si se quiere que la nueva reforma tributaria se aplique a partir del 1 de enero del 2019, indefectiblemente, tendrá que ser aprobada por el Congreso antes de terminar el año en curso.
Con el ingreso de Colombia a la OCDE, sobre lo cual se ha gastado mucha tinta elogiando a ésta organización como un club de buenas prácticas, no hay que olvidar que se trata de un club de países ricos básicamente, cuya realidad fiscal a menudo difiere de la nuestra. Por lo tanto, hay que tener mucho cuidado de no citar sus estadísticas como una biblia fuera de la cual no hay salvación.
El distinguido tributarista y hacendista Mauricio Plazas Vega acaba de publicar un interesante libro titulado “El sistema tributario en el Siglo XXI” (Editorial Temis 2018) donde hace una juiciosa reflexión no solo sobre las características que debe tener un buen diseño tributario en el siglo XXI, sino también donde hace permitentes comparaciones con lo que sucede en la OCDE. Y sobre lo que no debemos tragar entero cuando se manejen estadísticas fiscales de esta organización.
Me permito transcribir las pertinentes conclusiones a las que llega Plazas Vega.
La presión fiscal en Colombia llegó, en 2016, a un19.8% y en América Latina a cerca del 22%.
Es obvio que la presión fiscal en los países en vía de desarrollo tiene que ser inferior, porque corresponde al papel que realmente cumple el Estado en tales jurisdicciones y a un nivel de gasto público sustancialmente inferior.
En los países industrializados el gasto público es notoriamente superior al de los países en vía de desarrollo. Mientras en Colombia, por ejemplo. El gasto público representa cerca del 28 por ciento del PIB y en México el 27%, en Dinamarca, Francia, Bélgica y Noruega supera el 50%.
- En los países de América Latina el mayor volumen de recaudación proviene, por alto margen, de las sociedades.
- En Colombia, por ejemplo, de una recaudación total del 6% del PIB, cerca de 1.5% corresponde a personas naturales y un 4.5%, es decir tres veces más, a personas jurídicas.
- Por eso no se puede atender el mismo criterio para respaldar el incremento en la tributación de las personas naturales en Europa que en América Latina.
El producto interno bruto per cápita en todos los países industrializados que se comparan es mayor de los 15 mil euros, con niveles superiores a los 40 mil euros en jurisdicciones como Austria, Dinamarca, Finlandia, Holanda, Irlanda y Suecia, mientras que en Colombia es de tan solo de 5 mil euros, es decir la sexta parte del promedio de la Unión Europea y cerca de la octava parte de los países con mayor ingreso per cápita.
En ese orden de ideas, resulta extremadamente injusto pretender sustentar el incremento en los índices de tributación en los países en desarrollo en función de lo que representan en los países industrializados.
Mientras en los países de la OCDE el IVA representa el 32% del total de los recaudos, en América Latina corresponde a un 49%. En América Latina el IVA es, a todas luces, desde el punto de vista de la recaudación, el impuesto más importante.