Cuidados de amor | El Nuevo Siglo
Jueves, 1 de Julio de 2021

En un momento tan difícil de la pandemia para nosotros los profesionales de la salud, donde se percibe en el ambiente ya desánimo, angustia, agotamiento emocional así el cansancio físico no sea tan evidente, hay conflictos entre los miembros de los equipos porque la sensibilidad está a flor de piel, cualquier situación difícil genera en ellos llanto, angustia, reclamos y malestar emocional. Muchos ya hasta se les dificulta levantarse día a día para ir a trabajar, pero debemos hacerlo porque hay que seguir dando la mano a quienes sufren y padecen esta enfermedad tan cruel.

Esta semana observando lo que está generando esta situación me di cuenta que no es fácil lidiar a diario, con tanto dolor, sufrimiento, desesperanza de las personas que están gravemente enfermas por covid o por cualquier otra enfermedad que también está colapsando el sistema sanitario. A lo anterior, hay que sumarle que se está viviendo en las familias descontento y agresividad porque no podemos entre tanto caos suplir con todas sus expectativas. Creo que primero no hemos entendido la magnitud de lo que está pasando, que no hay camas, que llevamos un año agotador de atención a la pandemia, que hay escasez de insumos, medicamentos, personal de la salud, pero que aun así seguimos sirviendo y haciendo que la experiencia sea la mejor posible.

Me sorprendió, debo decirlo, la crisis de humanidad y solidaridad en la que estamos, que quizás no es nueva, pero que esta pandemia la ha hecho aflorar. Esta semana, cuando de manera humilde ante un familiar molesto escuchaba sus reclamos y solicitudes, me sorprendió que parte de ellas tenían que ver con el por qué no permitimos el ingreso de varios familiares al mismo tiempo a la habitación del paciente. Yo le expliqué que parte de nuestra misión era controlar que no hubiera aglomeraciones en espacios pequeños y poco ventilados por riesgo de contagio no solo para ellos sino para nosotros y las demás familias y pacientes. Su respuesta fue que a ella y a su familia no necesitaba que nosotros los cuidáramos porque a ellos ya les había dado covid y estaban vacunados. Eso me hizo entender el por qué estamos como estamos y porque mi equipo está tan agotado emocionalmente.

En todo este caos surgió una historia reconfortante y hermosa rodeada de mucho amor, que llegó como bálsamo para todos. En días pasados llegó una paciente especial que aunque se encontraba en sus últimos días de vida tenía por cuidadora a su esposa, una persona muy amorosa quien llevaba cuidándolo varios meses. Lo sorprendente de todo era que ella lo alimentaba, le daba sus medicamentos de manera puntual y correcta, lo llevaba al baño, lo bañaba, le ayudaba a vestirse y hacia todo lo que hace un cuidador. Pero esta señora era ciega de nacimiento ¿Cómo lo hacía? Amor, solo amor respondió. Esto me estremeció porque este señor estaba perfectamente cuidado y todo el cuidado se basaba en comunicación, por ejemplo, para darle los medicamentos ella le preguntaba si era el correcto y él le respondía y así nunca se equivocó. Pero todo comenzó a complicarse cuando ya no pudieron seguirse comunicando y necesitaron internarlo en el hospice para un mayor cuidado. Al final aprendí que el amor mueve montañas y que esto que vi en esta pareja lo necesitamos todos en momentos tan difíciles.