A cuidarnos todos | El Nuevo Siglo
Martes, 18 de Octubre de 2022

Que la seguridad en las ciudades capitales del país es un caos, nadie lo discute y si nos detenemos a echar un vistazo sin mayor profundidad sobre el asunto, encontramos un cúmulo de factores que concurren y potencian tan penosa situación; no obstante tener momentos de acierto y éxito en el combate de algunos delitos, logrando su descenso en las estadísticas, la amenaza golpea la sociedad y pone en tela de juicio ciudadano la capacidad y eficiencia de las autoridades en general.

Las urbes en los últimos tiempos se ven asediadas por un abanico muy surtido de delitos, pareciera que cada día hacen presencia nuevas modalidades y noveles organizaciones criminales que acosan la ciudadanía a cada paso; nos abstenemos de hacer un inventario por percibir que nuestros amables lectores conocen, y en innumerables ocasiones, han sufrido las sorpresas que los  cambios y nuevas estrategias criminales generan,  asediándolos y forjando una sensación de inseguridad que confunde y aqueja la ciudadanía de bien, impeliéndola a clamar por seguridad y orden en el diario vivir.

En épocas pasadas podían los expertos en seguridad analizar y establecer las modalidades, el perfil de las bandas, con horas de presencia en lugares preestablecidos para actuar, lo que permitía desarrollar estrategias y tácticas neutralizadoras  del  operar delincuencial,  identificando y capturando criminales convertidos en azote de extensos sectores comerciales o residenciales , pero hoy las cosas son a otro precio, las bandas hacen presencia en cualquier lugar día y hora, sin mayores recatos, el respeto o temor  por procedimientos de las autoridades está totalmente revaluado, la aprensión con la posibilidad de ser capturados no es un obstáculo y el miedo ante los lugares de reclusión desaprecio completamente, de manera que nos encontramos frente a un reto sin alternativa diferente a la unión y solidaridad ciudadana.

La presencia policial es beneficiosa pero no pude ser permanente, por lo tanto, es la ciudadanía la llamada a tomar cartas en el asunto. No podemos esperar milagros, debemos organizarnos en nuestros entornos laborales, comerciales, académicos, residenciales, lúdicos y demás. Lleguemos a la policía con propuestas realizables, cámaras, botones de pánico, alarmas acordadas y comprometedoras, comunicación permanente entre habitantes, vigilantes y celadores, apoyo en las redes sociales con información y divulgación de criminales, delincuentes, sospechosos o situaciones de pánico en sectores cubiertos por la organización, los administradores en edificios de oficinas, residencias, conjuntos cerrados, centros comerciales deben liderar esta cruzada.

En tanto el gobierno nos dota de lugares para reclusión, cárceles y reformatorios, la policía ayuda a coordinar las redes de cámaras, alarmas y reacción permanente por clamores ciudadanos, hace inventarios de habitantes permanentes o flotantes coordinándolos con núcleos ciudadanos interesados en su seguridad, y la alcaldesa por lo menos ilumina la ciudad de Bogotá. Por favor estamos a oscuras.