UN CRUDO panorama del país hizo el excandidato presidencial y dirigente de Dignidad y Compromiso, Sergio Fajardo. No solo sostiene que Colombia atraviesa una situación caótica, sino que esta circunstancia se asocia directamente con la forma de gobernar del presidente Petro.
Para Fajardo resulta claro que el miedo es una de las consecuencias de la tensión permanente a la que el mandatario somete a la opinión pública y la ciudadanía. De un lado, advierte que la “paz total” está en nada, y de otro, frente a los escándalos de corrupción recientes, no duda en señalar que la forma en que entran los recursos a las campañas determina qué pasa después cuando se está gobernando y asignando recursos. “Los que pagan para llegar, llegan a robar”, recalca.
Tras una encuesta que lo ubica como uno de los eventuales candidatos presidenciales para 2026, el también exgobernador de Antioquia y exalcalde de Medellín señala que está participando en política y que sigue recorriendo un camino en el que sus propuestas cada día tienen más eco en un país que soporta incertidumbre, polarización y un mal gobierno.
EL NUEVO SIGLO: ¿Le preocupa el camino que va tomando el país?
SERGIO FAJARDO: El país está en una situación caótica que se asocia con la forma de gobernar del presidente Petro. Él es la persona más importante de Colombia y con su personalidad hace que todas las luces del país giren a su alrededor.
Nunca tiene una palabra amable para las personas que trabajan con él, no reconoce a nadie, está hablando permanentemente y diciendo cosas, bien sea en la plaza pública con la efervescencia de las masas que lo escuchan o desde el Twitter, que es otra forma de hacerse escuchar por millones de personas.
Esa mente es una mente caótica y ese caos se convierte en frustración, resentimiento, incertidumbre y malestares asociados a la forma en que conduce al país.
Lamento profundamente que el caos –es mi perspectiva– vaya a seguir creciendo, los malestares a seguir acumulándose y las frustraciones sean cada vez más grandes, porque no se va a cumplir lo que en principio el presidente prometió y que él sabe que era incumplible.
ENS: ¿Cómo retomar el entusiasmo de los colombianos, ya que se observan mucho miedo y pesimismo?
SF: El miedo es una de las consecuencias de la tensión permanente a la que el presidente somete a la opinión pública y la ciudadanía. Por ejemplo, un día habla, al fervor de un discurso en Cali, de la asamblea constituyente, ‘amenaza’ con convocarla. Después cambia y habla de poder constituyente. Ahora ya está hablando de referendo. Todo eso es un ardid para mantener la tensión, para que todo el tiempo se esté hablando de él, de lo que quiere o no quiere. Eso asusta a muchas personas, porque genera inestabilidad, preguntas e incertidumbre, que se transforman en miedo.
Esa es la forma de ser y actuar del presidente, y la utiliza permanentemente para tener la opinión pública concentrada en él. Y, al mismo tiempo, eso le sirve como cortina de humo para disimular la incapacidad de hacer las cosas que prometió. Y sigue prometiendo cosas, como si fuera un candidato que apenas comienza una campaña.
Naturalmente, también todo esto va a asociado con victimizarse. Como buen líder populista afirma que él es la expresión del pueblo y que los poderosos, los ricos y los medios de comunicación no lo dejan gobernar.
Todo encaja perfectamente en la personalidad del presidente, en su forma de ser y actuar. Está en el terreno en que mejor le va, que es el de hablar, confrontar y agredir, pero de construir muy poco.
“Llegan a robar”
ENS: En medio de los escándalos de las últimas semanas, ¿cómo generar nuevamente una cultura de cero corrupción?
SF: La lucha contra la corrupción comienza por asumir como propia una condición que es obligatoria y la más potente para combatir este flagelo: la transparencia. Que las personas que estamos en la política y en lo público, en cualquier instancia de la sociedad, pero en particular quienes tenemos alguna responsabilidad pública, seamos transparentes. La transparencia es una decisión política, una actitud ética de las personas que estamos en lo público.
No tengo la menor duda en torno a que la corrupción entra al sistema público en Colombia fundamentalmente a través de las campañas electorales. La forma como se llega al poder determina cómo se gobierna. La forma en que entran los recursos a las campañas determina qué pasa después cuando se está gobernando y asignando recursos. Los que pagan para llegar, llegan a robar.
Así las cosas, el primer paso en esa lucha contra la corrupción es la transparencia en las campañas electorales. En este periodo estamos viendo, en vivo y en directo, cómo funciona la corrupción. Ya vimos, como lo declaró el hijo del presidente Petro, que habían tomado la decisión de incorporar a quien fuera, porque necesitaban ganar, y ganaron.
Es bien conocida la foto del presidente Petro en un avión privado con Armando Benedetti. Hoy están investigando la campaña por el uso de estos aviones. Ya sabemos muy bien el papel que juega Benedetti, según lo dicho por él en audios que aparecieron ante la opinión pública.
Esa es una demostración sencilla de que en la forma como se llega al poder, así se gobierna. Los escándalos crecen todos los días, a todas horas. Examinen bien dónde hay un escándalo y verán que se corresponde con alguien que participó en una campaña y que llegó a robar.
Paz total: desorden gigantesco
ENS: ¿Cómo lograr enfocar el proceso de paz?
SF: La “paz total”, que es uno de los proyectos que el presidente Petro presentó como fundamentales para cambiar la historia del país, pero está en nada. Ya van dos años de gobierno, y esta es una observación que quiero hacer porque es importante: después de dos años, con una perspectiva de dos años enfrente, todos los proyectos tienen que estar bien diseñados, articulados, organizados, con esquemas de seguimiento para poder eventualmente desarrollarlos.
Visto eso, la “paz total” es un desorden gigantesco. No se ha terminado de concretar nada. Cada día aparecen discusiones públicas que deberían estar dentro del contexto de las negociaciones y ha aumentado la violencia en los territorios. En estos se pensaba que la “paz total” tendría un efecto muy importante, pero no ha ocurrido así; por ejemplo, lo que pasa en el Cauca.
Todo esto tiene una razón: el desorden. La capacidad de organizar, de planear y de articular va en contravía con el exceso verbal y la cantidad de promesas fantasiosas que se hacen y no se corresponden con la realidad.
Ojalá que puedan corregir algo, pero me temo que con ese esquema y forma de trabajo es muy poco lo que va a pasar y el desorden que va a quedar será muy grande.
De otro lado, en Colombia hay una sensación de inseguridad rural y urbana. Hay una preocupación de la ciudadanía por esa seguridad básica que se da en las calles, por el embate del microtráfico, la extorsión y otro tipo de crímenes que se dan en los territorios. Todo esto necesita atención, porque la gente está preocupada y en muchas partes tienen miedo. Pero no estamos avanzando en este tema.
Crisis verde
ENS: ¿Cómo ve lo que está ocurriendo en el partido Verde?
SF: El partido Verde nació y se fortaleció de una ilusión que se llamó la “ola verde”, cuando en el año 2010, Antanas Mockus como candidato presidencial y quien habla como aspirante a la Vicepresidencia, con Lucho Garzón y Enrique Peñalosa, participamos en política. Esa expresión se convirtió en una ilusión porque se hablaba y pretendíamos una forma distinta de hacer la política, de poner la ética en la base de las acciones políticas para cambiar y transformar nuestra sociedad.
Ya han pasado muchos años, pero en ese recorrido, en la búsqueda del poder, se han ido diluyendo las líneas éticas, como el mismo Mockus lo señaló. Han ido desapareciendo esos principios y forma de comportarse que, en su momento, generaron ilusión. Hoy vemos que el partido Verde está asociado con corrupción, con una cantidad de comportamientos que eran los que originalmente criticábamos acerca de los partidos políticos tradicionales.
Repito: por ser una voz distinta, una expresión distinta de la política y lo público, siempre hubo una sensación muy importante alrededor de lo que significaba el partido Verde. Desafortunadamente, eso, como hecho político general, se ha ido diluyendo y desapareciendo.
Conozco muchas personas del partido Verde (no hago parte del mismo, hay que señalarlo) que son valiosas y de calidad, pero la corrupción también entró por ese universo y van a tener una tarea muy dura para reivindicarse ante el país. Espero que esas personas valiosas den la lucha, porque las necesita Colombia.
¿Candidato en 2026?
ENS: Una reciente encuesta lo pone como un eventual candidato presidencial para 2026 y sale en buena posición. ¿Piensa aspirar?
SF: Con respecto a mi participación en política, estoy haciéndolo como parte de Dignidad y Compromiso, como siempre reivindicando lo que considero fundamental dentro del contexto de la política en el país. Reivindicando lo que hemos aprendido en todo el camino recorrido, porque ya son muchos años aprendiendo, recibiendo lecciones.
Hoy tengo la tranquilidad y la confianza para reiterar la importancia de cambiar la política, de luchar contra la corrupción, como lo hemos demostrado en tantas batallas y tan difíciles. Una voz que habla de hacer una política diferente, que no está atrapada en el mundo de Duque, al que no queremos jamás volver; ni en el mundo del presidente Petro, que ha sido un mal gobierno.
Hay voces distintas, hay posibilidades diferentes. Colombia tiene que cambiar, merece cambiar, pero necesita otro tipo de liderazgo. Tiene que aprender a convivir en la diferencia, a entender el respeto, el reconocimiento, la empatía y la solidaridad. Tenemos que ser capaces de tramitar nuestras diferencias sin convertirnos en enemigos, romper con esa polarización, con ese populismo.
Todo eso se puede hacer. Estas voces no se han escuchado con fuerza, pero estoy seguro de que cada día se escuchan más, cada día hay mayor conciencia de lo que nosotros hemos propuesto y podemos proponer.
Son muchas las lecciones aprendidas. Particularmente estoy tranquilo, contento, con el espíritu en paz. Tenemos que seguir trabajando por nuestro país. El camino es largo, vamos recorriéndolo, cada paso que vamos dando nos va poniendo ante las realidades que tenemos que enfrentar, pero si no hay un cambio en la política vamos a sufrir mucho, porque en esta confrontación que hemos visto, con esta polarización tan larga, los daños van creciendo y en Colombia no nos lo merecemos.
Desafíos en educación
ENS: Esta semana fue el Día del Maestro. Da la sensación de que el estímulo hacia los profesores ha bajado, ¿siente lo mismo?
SF: Siempre digo que es el día de las maestras y los maestros, porque cerca del 66 % de las personas que enseñan en nuestras escuelas y colegios son mujeres.
No tengo la menor duda de que la situación de la educación en Colombia está lejos, pero muy lejos, de lo que correspondería para ser parte fundamental de la transformación del país.
Se están tramitando unas leyes que tienen sentido, formalizan algo que ya se venía haciendo, que avanzan pasos sobre lo que se ha venido construyendo durante mucho tiempo en la educación pública y los diferentes niveles de la enseñanza. Pero hay un aspecto que no aparece por ninguna parte, que es difícil de explicar pero que es crucial: la calidad de la educación.
Necesitamos que la calidad de la educación pública sea tan buena como la de la educación privada, sobre todo en los colegios de la élite. La educación sin calidad, muchas veces termina en frustración.
La calidad de la educación es una obligación, pero poco se habla de ello. Esa calidad pasa, necesaria y obligatoriamente, por los maestros y las maestras en Colombia. Por sus expectativas de vida y las circunstancias asociadas a esa profesión, que es la más hermosa de todas.
En resumen: nuestra educación no pasa por un buen momento. Los aspectos fundamentales no se tocan. Hay unas apariencias, pero más allá de esto no se está avanzando, y lo lamento profundamente.
ENS: Desde su papel como maestro, ¿cómo lograr sacar adelante a Colombia?
SF: Hay una característica que creo que deben tener un buen maestro y una buena maestra. Hay varias, pero la más importante es sacar lo mejor de las personas.
Un buen maestro, una buena maestra, tiene que sacar lo mejor de cada estudiante, saber trazarle el camino a cada quien para que vaya desarrollando sus capacidades y se vaya transformando.
Si traduzco esa mirada sobre lo que debe ser un buen profesor o una buena profesora y la paso a la política y lo público, la misión es sacar lo mejor de las personas y de nuestras comunidades, y eso requiere una mirada distinta, entender las capacidades de las personas y demostrar que sus necesidades y condiciones de vida se pueden ir satisfaciendo y mejorando.
Otro aspecto fundamental dentro de lo que significa la transformación de nuestro país asociada con el espíritu de un maestro es, por ejemplo, la lucha contra la corrupción. En la educación vamos formando unos valores, construyendo una ética, una ética del esfuerzo, la transparencia, el respeto, el reconocimiento y el cuidado. Todos esos son elementos que, cuando los trasladamos del mundo de la educación al plano político y público, se convierten en herramientas importantes para tener una cultura ciudadana y son condiciones básicas para poder luchar contra la corrupción.