De escenas y recursos pedagógicos | El Nuevo Siglo
Martes, 23 de Noviembre de 2021

Persiste la polvareda levantada en diferentes sentidos y con perspectivas contradictorias, en comunidades, organizaciones y ciudadanía, ante la situación vivida en nuestra Escuela de Policía Simón Bolívar, ubicada en la ciudad de Tuluá departamento del Valle del Cauca, por el uso de símbolos nazis en un evento pedagógico de carácter puramente informativo e instructivo, al interior del centro docente.

Sin poner en tela de juicio por consideración al mando y mi desconocimiento de la información reservada dispuesta para evaluar sus decisiones frente a tan complicado escenario, y respetando la evaluación realizada por esa superioridad, para proceder de conformidad con los reglamentos; me permito hacer un análisis del evento con la intención de  adelantar un debate pedagógico que, a futuro, nos  pueda conducir a una doctrina capaz de fijar el marco de recursos y estrategias que los docentes puedan utilizar en su misión de formar y capacitar los hombres llamados a fortalecer esta magna institución, tan cara a nuestros sentimientos, evitando que momentos como el vivido en la escuela Simón Bolívar se vuelvan a registrar, porque la institución inveteradamente ha utilizado un sinfín de fórmulas didácticas, para incrementar la formación y capitación de sus hombres en los diferentes grados y centros educativos

De entrada podemos decir que muchas de las personas, entidades y autoridades que se pronunciaron demandando, estigmatizando o reclamando por las escenas publicadas en las redes sociales, se precipitaron en sus juicios y aún más en calificar como perversa una escena adversa a su sentimiento, sin detenerse a  solicitar una explicación o aclaración del objetivo final. Es decir, reclamaron por una escena sin conocer ni analizar su contenido, juicios de valor con ausencia de información sobre el fin último, que era precisamente la potenciación de los conceptos adversos la humanidad por parte de los ejércitos y organizaciones que en su momento vistieron y exhibieron esas prendas, insignias y símbolos para afrenta física y moral de la humanidad. Nada sería más contrario a la realidad que pensar que en una escuela de formación de la Policial Nacional, institución que desde sus albores y como filosofía de profesión defiende los derechos humanos al fijar las responsabilidades de asistencia en defender la vida, honra y bien de los ciudadanos residentes en las locaciones donde presta sus servicios, se promoviera una situación que va contra sus principios rectores.

 Preocupante el impase, muy preocupante, porque ante un evento puramente académico, con perfil pedagógico como se acostumbra en los centros de formación, con carácter privado y docente, se presente un reacción adversa, espontánea y profusa no es normal y especialmente por las calidades de las personalidades que, sin fórmula de juicio, arremetieron contra una actividad desprovista de objetivos perniciosos. Me resisto a creer que estas personas no razonaron sobre las consecuencias de sus demandas, que hoy son funestas.