Dicen con mucha franqueza y sinceridad los agitadores profesionales, tan activos en nuestro país, que cualquier manifestación de protesta o respaldo que no contenga el ingrediente violencia, no lograra los fines y objetivos deseados. Sostienen los provocadores, cínicamente, que todos estos actos necesitan llamar la atención, alterar el orden publico y atemorizar la ciudadanía en todos sus estratos y actividades, y continúan asegurando que comercio y transporte deben ser blanco fundamental para generar descontento y malestar.
Seguramente no les falta razón a estos personajes porque tienen un enfoque grotesco de unas libertades y derechos que se pueden ejercer, sin desbordar los limites del orden y respeto. Sin embargo, para aquellos que buscan sacar provecho de estas situaciones, una marcha pacifica se convierte en amenaza hacia sus futuros intereses e imagen. De manera que podemos desechar el concepto violencia ante actos como el efectuado en nuestro país el 21 de los corrientes, que cubrió la patria de armonía en una manifestación respetuosa, reverente y diferente.
Debemos entender la posición de algunos funcionarios y personajes relevantes, que maliciosamente trataron de sacar partido al analizar la situación y resultados de la marcha. Aplaudamos la intención que, aunque perversa, no logró sus fines, pues salir a reclamar éxitos ajenos no es inteligente y, por el contrario, pone al descubierto afanes improvisados de figurar ante el país y las comunidades. Presumir poniendo de presente el compromiso de las autoridades al brindar garantías para el éxito del evento es, a más de desafortunado, irrelevante, pues la ciudadanía está haciendo uso de un derecho que les asiste y el gobierno cumpliendo con un deber ante los habitantes marchantes. En resumen, esta desafortunada salida fue un acto circense, por decir lo menos.
Otro enfoque curioso está en la percepción sobre ausencia del Esmad, ese componente tan odiado y necesario en estas lides, haciéndose preciso entender que el Esmad solo hace presencia ante disturbios y alteraciones del orden público que, por lo general, se presentan con la gestión y presión de esos agitadores mencionados anteriormente, aquellos que, en este evento, no tuvieron espacio ni contrato por prestación de servicios, como en otras oportunidades se ha dado.
Las autoridades terminaron abrogándose la tranquilidad y orden en el evento, - eso está bien-, porque queda demostrado que se puede y debe organizar este tipo de actividades, coordinadas entre emprendedores y autoridades, fijando reglas del juego, ajustando los recorridos para no alterar el orden ni las actividades comerciales, así como reconocer y responsabilizar los organizadores y evaluar en lo posible el perfil de asistentes.
Con el compromiso y responsabilidad de todos lograremos encausar la protesta social, convirtiéndonos en ejemplo mundial para este tipo de actos, como sucedió el 21 de abril del 2024 en nuestra amada Colombia.